domingo, agosto 01, 2004

No. 216. 1° de Agosto de 2004.


La Rosa del Dionisos
Por Simitrio Quezada

No pienso retirarme, aunque sí saldré de viaje: no despreciaré el bocado de reina que mi influyente amiga me ofrece. Así es la vida: viene y va, otorga y quita, y si no quiere favorecernos hay que arrebatar lo que trae en la canasta. Para ejemplo estoy yo, la rosa del Dionisos. En mis tiempos fui la envidia. Cuántas veces no vinieron a pedirme una recomendación, un paro, un favorcito. Si aquí las tenía. Desde los catorce años en que empecé por acá, por allá; desde los dieciséis, mi inicio en el Exotic’s, supe que tanto fregarme tendría recompensa. Y no fallé: puta, pero no pendeja. Aquí está mi obra: que ella testifique mi grandeza, mi sueño de venganza.

* * *
Cuando la historia aún no era escrita, cuando ni siquiera existía el Dionisos, mi madre me corrió de la casa. Bueno, no debo decir eso. Lo que pasa es que siempre fui muy curiosa y una vez quise que mi hermana Cuca me dejara menear los frijoles. La olla estaba hirviendo y como Cuca no soltaba la cuchara empezamos a manotearnos. Cuando mi madre llegó a ver qué traíamos, me puse tan nerviosa que sin querer aventé la olla a sus pies. Del coraje y las quemadas se encabritó tanto que gritó que no quería verme. Me fui al patio, entre las gallinas, y estuve sin comer toda la tarde. A las seis mi madre salió a misa y Cuca, quien nunca me quiso, fue a decirme que por qué no me había largado; que ella sí quería que me fuera porque ultimadamente ni éramos hermanas; que ella podía acordarse cuando un señor me llevó a la casa y ahí me había dejado porque yo había nacido mujer y él deseaba un hombrecito. Lloré como loca, corriendo a la salida del rancho.
No puedo creer que corrí mucho para mis trece años. Del rancho al crucero eran más de tres kilómetros y me los aventé de un jalón. Cuando estaba en el crucero, con la cara sudorosa, pidiendo aventones para escapar de Palomas, se detuvo una camioneta roja y de ahí asomó un bigotón que me preguntó a dónde iba.
—¿Pos a dónde va usted, señor?
—A Santa María de Rodríguez.
—Sí: voy hasta allá. A Santa María.
Mientras el bigotón escuchaba canciones de Cornelio Reyna, yo pedía al cielo que no fuera a preguntarme nada. A los treinta y cinco minutos el paisaje me mostró dos torres de iglesia y muchas casas. Me enderecé en el asiento para bajar en ese crucero, pero el bigotón dijo que ahí no era Santa María sino Fuerte de Sánchez, un rancho. Entonces comenzó a sospechar. Me preguntó por qué iba sola, respondí que mi mamá me esperaba en Santa María. Preguntó que exactamente dónde y dije que en la central de autobuses. Hasta allá me llevó y, mientras me preguntaba si la veía, abrí la puerta y corrí más fuerte que una hora antes.
Esa noche dormí cerca del mercado, donde me despertaron los gritos de los cargadores. Con mucha hambre busqué entre los puestos quién pudiera darme algo, y una señora, adivinando mi ansia, me regaló dos mangos y una pera. Todo el día le estuve ayudando, le caí bien; pero no le dije mi verdadero nombre: desde entonces me llamo Rosa. Fue lo único que vino a mi mente, porque cuando la señora preguntó yo estaba viendo el puesto de flores de enfrente. Tuve que mentir cuando dije que no tenía papás (mi papá sí estaba vivo pero nos había dejado). Por desquitarme de Cuca, dije que nunca tuve hermanos. El esposo de la señora me preguntó que de dónde venía y qué estaba haciendo en ese pueblo. Tuve que inventar que yo era de Fuerte de Sánchez, que había escapado de un tío que me golpeaba mucho, me había corrido y no quería volver a verme. La señora se llamaba Tere y me dejó quedarme en su casa, en un cuartito donde guardaban rejas. Pero sólo estuve una semana en el puesto, porque había varias muchachas atendiendo: no iban a correrlas para darme chance. Entonces el esposo de doña Tere me consiguió trabajo en el mismo mercado, pelando cebollas.
En mi casa no se usaba decir que una era bonita. Cuando mi papá vivía en la casa nos golpeaba cuando nos veíamos mucho frente al espejo. Mi mamá nunca nos dijo bonitas, porque aseguraba que eso podía volarnos. A lo mejor era cierto, porque pelando cebollas conocí a Horacio y dos días después ya andaba chuleándome. No quise decirle a doña Tere porque ya imaginaba que iba a enojarse y, la verdad, sí me gustaba que alguien me dijera que yo estaba “preciosa”.
Horacio tenía quince años, era chaparrillo pero siempre supo reírse sabe cómo. Y sabía como hablarle a una. Por ese tiempo me bajó por primera vez y me sentí muy mal. No conocía qué era la regla y menos imaginaba que yo era tardía. Creí que de algún modo Horacio tenía que ver con esos dolores y la sangre. Me sentí la más mala de las niñas porque ya había dejado que él pusiera su mano y acariciara mi seno izquierdo: dizque quería sentir mi corazón. Lo dejé hacer pero me sentí sucia. Dos días después empezaron los cólicos, luego la sangre y me puse a llorar. No entendía qué pasaba, pero la culpa tenía que ser de Horacio. Mis pechos no se desarrollaban completamente, pero pensaba que ahí había empezado todo. Doña Tere sospechó y, esa noche en que estuve llorando en el baño, me pidió entrar para ofrecerme las primeras toallas.
Sin entender sus explicaciones, le confesé lo de Horacio. Y sí, se enojó mucho. Me dijo que no lo dejara acercarse, que ya no le hablara, que ese muchacho pintaba para maldito y que ella iba a hablar con Rodolfo, su marido, para que yo dejara de pelar cebollas y trabajara otra vez en el puesto.
No hablé con Horacio durante casi cuatro meses. Pero en la bodega encontraba cartitas que él aventaba bajo la cortina metálica, algunas hasta con perfume. En ellas me decía que para qué rajaba, que si a poco no le gustaba, que él quería que nos la pasáramos bien. Poco a poco subió el tono para decir que no me amaba, que estaba necesitándome, que buscaba hacerme feliz. Yo me hacía la desentendida, pero una tarde supe que era novio de La Pecosa, una que trabajaba en el puesto de pollo, y me dio mucho coraje.
Escribí una carta para reclamarle y se la mandé con uno de sus amigos. La noche siguiente me despertaron unos ruidos en la cortina y sentí miedo. Era como si un animal rascara la puerta. Iba a gritar cuando escuché a Horacio pidiendo que habláramos.
Ahí fueron los primeros besos húmedos. Me convenció que no quería a La Pecosa, que sólo me amaba a mí y que ya no éramos niños. “Podemos querernos”, dijo y no aguanté las ganas de abrazarlo. Prometimos vernos así, cada jueves a medianoche, cuando don Rodolfo y doña Tere iban a Edenes a surtir fruta.
Ya tenía trece años y nunca conté mi historia, ni siquiera a Horacio. Me sentía mal recordando lo que había pasado en mi casa y dudaba mucho de lo que dijo Cuca. Pero ya andaba en otra parte y ahora me aguantaba. Todos creían que me llamaba Rosa y no María del Carmen. Creían que era de Fuerte de Sánchez y no de Palomas, el rancho de Zaragoza a una hora de ahí. En esos años no había radiodifusoras en ningún pueblo de Valle de Cardos y podía haber estado mucho tiempo en Santa María, pero mi historia sería de otro modo. Quizá fue mejor así.
Sentía que mi novio me quería mucho, hasta el día de Santa Rosa, que había caído en martes. A medianoche Horacio tocó la cortina para darme un ramo de rosas y empezó a acariciarme. Le pedí que se fuera pero me convenció con besos. Poco a poco me dejé llevar por sus empujones hasta la cama. Me dejé querer, pero no sabía que, al hacer eso, una gritaba. Cuando él quiso callarme tapando mi boca, entró doña Tere a la bodega y nos encontró desnudos.

* * *
Fíjense en el Dionisos. Esto ha costado sudores, cansancios, desprecios. Muchos creen que es fácil acostarse con los hombres, pasar de uno a otro, pero se vuelve una chinga. Soportar su mal olor, sus risas malhechas, sus groserías de macho dominador, pobres maricas. Con una quieren desquitar su impotencia, su dejadez con la esposa o su fealdad. He estado con ricos y pobres, santos y pervertidos, primerizos que no quieren verse desnudos y cabrones que gritan “puta, puta” mientras golpean las costillas con sus talones. Conmigo han disfrutado tuertos, jorobados, popis, políticos y borrachos, comunistas y adoradores, sesentones y quinceañeros, precoces y procaces. A todos di gusto y supe trabajarlos. Recuerden, niñas, que no sólo ustedes se prostituyen: ellos también son putos y ustedes deben aprovechar eso.

* * *
Con cuatrocientos setenta y tres pesos llegué a Villa Aldama. Quería pasar hasta Edenes, la gran ciudad; pero por el momento no debía gastar tanto dinero. Además, aunque no era seguro, podría toparme con don Rodolfo o doña Tere. Más que nunca me sentía burlada: Horacio no quiso llevarme con su familia aunque le recalqué que era su obligación. Esa noche doña Tere y su esposo me dieron diez minutos para tomar mis cosas —los cuatro vestidos que había comprado, alguna ropa interior, mi dinero— y largarme con Horacio. Ellos creyeron que con sus dieciséis cumplidos y la regañada éste era muy hombre para responderme, que me llevaría con él. Pero unas cuadras adelante, cuando le pregunté dónde quedaba su casa, Horacio quebró el silencio para decir que ya ni la chingaba, que por mi culpa lo habían regañado, que él no iba a comprometerse tan chavalo y que cada quien su camino.
—Pero ¿cuál camino, amor, si ya no tengo casa?
—¡Pos no sé! Vete con alguna amiga.
—Pero ¿con quién, amor? ¡Ayúdame un poco!
—¡Yo que sé! Y no me digas “amor”: me llamo Horacio.
—Pero por tu culpa pasó esto!
—¡No, qué culpa! ¡Bien que querías!
—¡Dijiste que me adorabas!
—¡Te adoraba! ¡Lo dije! Pero ya estás cansándome.
—¡No me hagas esto! ¡No te vayas! ¿Qué voy a hacer?
—Ése es tu pedo, Rosa. ¡Yo ya no quiero nada!
En medio de la calle, con la bolsa de mandado en que llevaba mis cosas, lloré y grité a Horacio, pero éste se había escondido —corrió para esconderse— y no volví a verlo. Entendí que los hombres son cobardes: les gusta dañar pero no reparar daños, gozan sin preocuparse si una lo hace; cuando les conviene son todos unos hombres y cuando no, son los estúpidos niños de siempre.
Estuve llorando hasta la madrugada en una esquina, hasta que vi un autobús bajando por el empedrado. La central quedaba a una cuadra y ahí decidí buscar otro mundo: Villa Aldama. Por eso a las siete y media de la mañana, después de almorzar una pieza de pan y una coca, conté mi dinero en un rincón de la tienda, después de haber bajado del autobús.
Villa Aldama era grande; más que Santa María. Ahí trabajé en una tienda de telas con un viejo al que convencí con la historia del tío golpeador. Me fue mejor, porque el mismo viejo “me rentó” un cuartito en la azotea de la tienda, con estufa eléctrica. Como me descontaba la renta de la paga, no recibía mucho; pero ya la suerte cambiaría. A los cuatro meses llegaron los dos nietos de don Bonifacio; así se llamaba mi patrón. Enrique tenía dieciocho años y Gustavo dieciséis: los dos me pretendían. Pero mi experiencia con Horacio me había enseñado a ser más lista que ellos. Entendía perfectamente que estaban allí sólo por dos meses, porque sus papás los habían enviado de vacaciones. Así que tomé precauciones para no creerles ni el bendito y sí, en cambio, uncirlos a mi yunta.
Pronto mis toma y daca con los nietos empezaron a rendir frutos. Sin acceder a ninguno, supe poner entre ellos una competencia que me dio comodidades en el trabajo. Fingiendo buenas intenciones, Gustavo fue con su abuelo para convencerlo que me diera un día de descanso, y a los dos días Enrique logró que me aumentaran el sueldo. Con los celos espoleándolos, se propusieron ver quién conseguía quitarme el pago de la renta, pero el abuelo los reprendió: “Es demasiado interés por esta niña y no me gusta. No me obliguen a correrla”.
Iba dando marcha atrás y seguía fingiendo no darme cuenta. No era conveniente otro despido, pero debía arriesgarme y así empecé a mover los hilos de mis enamorados. Como los dos llegaban a mi ventana, uno en las noches, otro en las madrugadas, fui persuadiéndolos que daría mis favores a quien me consiguiera el perdón de la renta. Ahí comencé a prostituirme, pero también a desquitarme de los hombres.
El ganador fue Gustavo, quien por ser el menor utilizó como arma el cariño que inspiraba al abuelo y unas reflexiones sobre los derechos que, según él, yo tenía. La noche en que don Bonifacio me anunció el nuevo beneficio, recibí al gestor en mi cama. Enrique estaba dispuesto a golpear al hermano, pero eso podía armar un escándalo y mi despedida. Por eso, para aplacar el enojo y guardar todo en secreto, también me acosté con él.
Antes de irse, Enrique me pidió que fuéramos novios. Me escribiría cartas, me llamaría a la tienda… No quise creerle. Él era más o menos rico y yo no era tonta. A fuerza de terquear, hice que al fin descubriera lo que deseaba. Dijo que por otra noche conmigo haría lo que fuera: le pedí que me ayudara a llegar a Edenes. Así obtuve dinero suficiente para vivir en la ciudad sin preocuparme por una semana y media.

* * *
La vida no es justa con todos, ya ven; por eso una debe arrebatarle lo que pueda. Nadie dice que las cosas son regaladas y la misma suerte llega siempre cuando uno se ha cansado de buscarla; el chiste es no dejar de llamarla. Como prostitutas, deben saber si el paso que están dando es el bueno para llegar al otro. Siempre deben ver más que los otros. Quien crea que la luna es de queso no sirve para el negocio. Aquí no deben enamorarse ni apendejarse ni creer nada. Deben coger sin coger, como si estuvieran cosiendo o barriendo o viendo la novela; pero haciéndolo bien. Un cliente busca atención, quiere sentirse el rey del mundo montado en sus espaldas o caderas. Puede montarse en sus cuerpos pero no en ustedes, niñas.

* * *
Cuando Enrique me acompañó a la central, dos horas antes de irse él también de Villa Aldama, me arrancó la promesa de que le llamaría, lo que nunca hice. Le pedí que confiara en mí y se fuera antes que despertara Gustavo y sospechara lo sucedido. Al despedirse quiso darme un último pasón por la cadera, pero alcancé a quitarme a tiempo sólo para hacerlo sufrir. Subí al autobús como si nada hubiera pasado.
No supe más de ellos ni de su abuelo. Los dos estudiaban en Tejutla, el extremo contrario de Valle de Cardos. Aún los recuerdo por ser los primeros hombres que utilicé; los primeros en quienes comencé mi venganza.
Preguntando se llega a Roma y preguntando llegué al Exotic’s. Comencé como cigarrera, luego mesera. Un año más tarde, tras mostrar mis habilidades al malnacido Eugenio, dueño y catador, me integré a “la selección”. Por aquel tiempo no había problema siendo menor de edad; al contrario. El mismo don Eugenio me sugirió cambiar nombre: Cristy, Michelle, Mariflor… pero con hipocresía preferí el supuestamente verdadero: Rosa. Conquistaría a mis clientes con atributos y artes; no con nombres idiotas.
Ahí me hice amiga de muchos clientes. Me esforzaba en aprender bien el arte del placer y por eso empecé a conseguir libros que escondía con celo. Siempre quise conquistar a todos: buscaba ser más que una prostituta del montón. Tiempo después conocí al diputado Mildés, quien tenía diferencias en su partido con un tipo que buscaba tumbarle una candidatura. A como diera lugar, me recalcaba, debía ser candidato a senador. Y tenía que ser él: “el mejor hombre del partido”. A fuerza de compartir coitos y botellas, una noche en que me sacó del Exotic’s me dispuse a dar el siguiente paso.
—¿Así que en su partido son muy conservadores, mi diputado?
—Mucho, Rosita. Por eso no me aviento estas canitas en la capital. Sabes que con eso pueden acabar con uno para siempre.
—¿También con su rival, el famoso Iturralde?
—Con todos, Rosita; pero con él es difícil. Es un señor muy grande: muy serio, pero muy metiche. Te digo que se le metió en la cabeza ganarme la candidatura porque, según él, tiene más tiempo engrandeciendo al partido… Pero si me la dan, seguro ganamos.
—¿Entonces Iturralde no tiene cola que le pisen?
—No, Rosita. Si hasta presume en la sala de su casa una bendición papal con marco de oro y toda la cosa.
—No se apure, diputado. A lo mejor al viejito todavía puede salirle cola, también con marco y toda la cosa.
Las ambiciones de Mildés eran tan grandes como las mías, por eso lo convencí para que me sacara una semana del Exotic`s, pagándole al malnacido Eugenio, y me llevara a la capital. Con mucha discreción, un amigo del diputado se encargó de mi cuarto en el hotel y otro del fotógrafo. Con diecisiete años, una caída afuera de San Lázaro y una actuación once veces ensayada, logré que el diputado Iturralde me llevara en su coche hasta el hotel en que me hospedaba. No fue fácil: la tarea se prolongó casi dos semanas. Pero finalmente el viejito cayó y, dos días después de eso, alguien entregaba a la redacción de un semanario un paquete con fotos y negativos.

* * *
Miren el Dionisos… veintiséis años y sigue orgulloso. Aún ahora, sin meter mariposas ni muchachas de table. Miren su hogar, aprendan a quererlo. Se puede ser buena hija cuidando lo que es de todas. Yo jamás le jugué mal a ningún patrón o madame. Como digo, pueden dar un paso cuando han visto que las lleva al siguiente. Para construir su imperio, deben primero aprender a ser reinas; antes de eso, buenas princesas. Esto es negocio pero también cuna de artistas. Artistas de la seducción. No se trata de abrir las piernas y ya: hay que saber hacerlo. El día que alguna demuestre ser más reina que yo, le dejo el lugar sin rencores. Mientras tanto somos una familia. Y su hogar es el Dionisos.

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Fue en gran parte el senador Mildés quien me financió la casa-bar que pensaba abrir. También me presentó a Valdivia, quien, aunque del partido oficial, a veces se aliaba con Mildés para lograr acuerdos en el Senado.
No quise arriesgarme a poner el Dionisos en la capital, sino en este pueblo poblano. Los dos senadores me ayudaron a encontrar muchachas para la casita. De Edenes traje a Laura, Nereida y Yola: mientras construía el barecito, las cuatro compartíamos un departamento en Naucalpan. Atraído por Nereida, Valdivia nos consiguió un lugar en la nómina de Servicios Especiales en el Gobierno del Estado de México. Ya sin hacer nada teníamos nuestras buenas quincenas, pero no era conformista y soñaba con hacer de mi naciente Dionisos un paraíso para todos.
El gobernador del Estado de México asistió a la inauguración, acompañado de Valdivia, Mildés y el subsecretario de Educación. Además de ellos había una veintena de clientes. Al principio éramos nueve muchachas, pero confiaba en que todo saldría bien. Mi estrella me favoreció, pues a los dos meses, acompañando a mis amigos políticos, llegó el entonces secretario de Programación y Presupuesto (quien después sería presidente de la República) y cerró el Dionisos para él y sus amigos. En agradecimiento por esa segunda inauguración, yo misma atendí al señor secretario.
En adelante me esforcé en conservar influencias y apoyar a mis clientes para después negociar con ellos o utilizarlos. Cuando puede engordarse el puerco salen más carnitas. Por eso no se diga que debo todo a las visitas del ex presidente, quien venía seguido a disfrutar de nuevas adquisiciones.
La fama del barecito se extendió pronto. Me costó implantar una forma de cómo debe tratarse a los clientes, pero quien sabía ser dócil ganaba más. No sólo Nereida supo aprovechar su encanto: poco a poco las cuatro fundadoras supimos formar a las novatas para que sacaran el mejor provecho de su hombre mientras ellos creían dominarlas.
Por ese tiempo decidí buscar a mi madre para pedirle perdón. Ya desde Villa Aldama había reconsiderado que lo de Cuca era mentira: quería encontrar a mi mamá para aclarar todo. Pero buscaba llegar con dinero y ése fue mi error. Al año de inaugurarse el Dionisos, con un futuro hecho y un departamentito amueblado, regresé a Palomas. Sólo una amiga de mi niñez recordaba a esa flaquita María del Carmen. Me contó que Cuca vivía en Estados Unidos con un novio que la robó, y mi madre dormía, desde dos años atrás, en el panteón municipal de Zaragoza.
Tiré el perdón a mi hermana sobre la tumba de mi madre, quien tantas noches lloró mi desaparición. En la sala de su casa, mi amiga me platicó de los años que mi mamá estuvo en el desvelo, esperándome, y cómo Cuca callaba; seguramente aguantando esa culpa que sólo yo conocía.
En el Dionisos he intentado enterrar ese pasado que tanto duele y me he prometido, desde que regresé de Palomas, triunfar sobre mi historia, odiando en un olvido a mi hermana.
La vida me compensó con el Dionisos y sus éxitos. Nereida, por ejemplo, acrecentó su encanto de modo que pronto se convirtió en la amante de Valdivia, y después en su nueva esposa. Aunque aclaro, también, que mi amiga nunca obró de mala fe. El senador se divorció porque así lo tenía contemplado desde antes, y él mismo vino a rogarle una y otra vez, hasta que la sacó de aquí. Algunos de sus amigos, clientes nuestros, conocían la verdadera historia de Nereida, pero los pocos indiscretos recibieron pronto una muestra de lo que un político influyente puede causar en sus empresas y carreras.

* * *
Estoy crecidita pero no cansada. Con cuarenta y tres años aún arrodillo a quien quiero. He visto a mi lado hombres que sudan, lloran y hasta me cuentan su amargura. Los he visto desnudos, débiles, orgullosos, pensativos. Más que yo, más que ustedes, ha sido el Dionisos quien los cobija, reanima o hace olvidar sus pesares. Han llovido sobre esta casa muchas injurias. Sabía a qué nos ateníamos al instalarnos en las afueras de un pueblo tradicionalista, conservador. Pero he visto con los años que la moral es fachada y que, haciendo cuentas, estos pueblos deben al Dionisos mucho de su progreso. Por eso, niñas, no crean que esto es sólo diversión y dinero. Una casa como ésta también construye, y del modo que menos imaginan los más mojigatos.

* * *
Años después de fundada nuestra casa, Yola quiso probar suerte con una propia. Como siempre demostró eficacia, le di no sólo el permiso, sino mi bendición. Bendición de prostituta, que también vale, porque he luchado por mantenerme en pie frente a cualquier problema.
De quienes me ayudaron a fundar esto en 1974 sólo queda Laura, a quien ahora nombro suplente. Laura y yo las hemos formado, las iniciamos mejor en este arte. De algo ha servido lo que leo y releo en la biblioteca que inicié con aquellos libros de juventud. En esta casa se han encontrado priistas, panistas, perredistas, masones, sacristanes y, un par de tardes —a las cinco, para no ser visto— el fundador de Pro Vida en la región. Presidentes municipales y sus enemigos políticos llegaron a brindar juntos en intentos de concertación, cada uno con una de mis muchachas al lado. Pero no me gusta hacer publicidad con eso. Aborrezco los comercios donde toman fotos a cualquier personalidad para mostrarlas a todos, como si encarnaran los únicos momentos gratos que han tenido sus empresas.
Tengo otras satisfacciones. Mi último logro fue la decisión de no tumbar el Colegio Parroquial. Sucedió este sábado en la “sala exclusiva” (la que gustaba ocupar el ex presidente) con la presencia del notario López, cuando Saturnino Hierro, dueño de los terrenos, prometió al presidente de la Asociación de Padres de Familia del “San Juan Bosco” reconsiderar el desalojo previsto para mañana.

* * *
No pienso retirarme, niñas, pero sí salir de viaje. Como hace años, este día de Santa Rosa alguien me ofrece un regalo. No despreciaré el bocado de reina que me ofrece Nereida. Así es la vida: viene y va, otorga y quita y, si no quiere favorecernos, hay que arrebatar lo que trae en la canasta. Ahora mi amiga me envía un empleado diciendo que a la capital llegó un vividor que quiere despilfarrar sus ahorros. Un golpeador de mujeres en quien voy a culminar mi venganza contra los hombres. El pobre no sabe el camino al Dionisos, ni pienso atraerlo: no será aquí el acto final.
Quiero abrir heridas verdaderas. El hoy subprocurador Valdivia me ha obsequiado, junto con una daga, la inmunidad que necesito. Por primera vez la rosa del Dionisos se permite ser criminal sólo para ver si sangra el corazón de un despiadado. Lo acorralaré desnuda para atravesar su pecho mientras él me acaricie otra vez el seno izquierdo. Pobre Horacio, cuánto ansío que comprenda que la vida va y viene, quita y otorga, y de su canasta también puede ser arrebatada la justicia.
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Gobierno y Cultura
¿Qué opinan?

Teniendo como marco el ocaso del sexenio monrealista, y ante los cambios que se vienen en septiembre con la toma de posesión de Amalia García como gobernadora del estado, entre los temas que ahora se discuten figura el destino de la cultura y de las instituciones culturales. Al respecto, Trópico de Cáncer inicia una serie de sondeos entre la comunidad artística y cultural, con el objeto de reflejar las opiniones, inquietudes y propuestas sobre el asunto. Aquí presentamos a dos de nuestros primeros entrevistados, a partir de dos preguntas iniciales: ¿qué opina sobre el trabajo realizado por el Instituto Zacatecano de Cultura durante la administración de Monreal y cuál considera que debe ser el perfil del director de dicha institución? Si usted desea participar, mande sus opiniones a: tropico@elsoldezacatecas.com.mx

Maestro Juan Manuel de la Rosa
Pintor

¿Qué opina sobre el trabajo realizado por el Instituto Zacatecano de Cultura durante la administración de Ricardo Monreal?
“Le voy a responder desde mi punto de vista lejano, desde un estudio que tengo en la ciudad de México, que uso por temporadas. Tengo información de que lo que se ha hecho en Zacatecas es muy notable. En cuanto a la pintura, hay una exposición itinerante de la plástica zacatecana que está yendo a museos muy importantes del país; creo que en este momento se encuentra en Mérida (...) y el Instituto propicia esto. Ha sido muy conciliador, ha hecho una labor conciliadora entre los pintores, ya que es un medio muy caníbal, creo que mucho más que los políticos o quizá estoy exagerando. También se ha hablado mucho en la ciudad de México y he tenido oportunidad de ver una o dos funciones de teatro de calle. Si se logra una continuidad con este tipo de actividades de ese nivel, creo que Zacatecas seguirá teniendo mucho respeto por las actividades culturales que se están haciendo. Por otro lado, se han publicado muchas cosas muy interesantes; se ha hecho una labor editorial seria. Por ejemplo, con lo que se hizo de Fernando Pessoa; en pocos lugares del país se atreverían a publicar un cancionero de un poeta fundamental del siglo XX... Están esos dos libros, sobre la Morisma de Bracho, y la publicación de Imágenes de Zacatecas, del gran historiador que fue expulsado de Zacatecas por su labor; incomodaba a ciertos políticos de su época y tuvo que salir, Eugenio del Hoyo (...) El trabajo en las otras actividades, teatro, danza, música, ha sido también muy respetable”.

¿Cuál considera que debe ser el perfil del Director de dicha institución?
“Yo creo que debe ser una persona sensible, que tenga un enorme potencial como promotor de la cultura, que es una vocación muy diferente a ser un administrador o a ser un artista que deje sus actividades para dedicarse a la dirección del Instituto de Cultura.
“Yo creo que debe dedicarse de tiempo completo; no puede ser artista de seis de la tarde a once de la noche; al escritor lo asaltan las palabras; se es escritor o pintor las 24 horas, es una entrega completa, y en la promoción de la cultura al frente de un Instituto, debe estar una persona que tenga esas características, que tenga esa inquietud, que sea una persona conciliadora, que sepa escuchar las inquietudes de todos los artistas, que pueda conciliar los egos... que no es grave que sean ególatras, sino que necesitan tanto del reconocimiento de los demás, y no creo que sea malo que tengan esa inquietud de ser reconocidos...
“Por último, es muy importante que quien ocupe la dirección del Instituto no tenga una relación de consanguinidad, que no tenga lazos de sangre con la licenciada Amalia García, gobernadora electa de Zacatecas, porque eso desvirtuaría dicho nombramiento”.
Ing. Raúl López Herrera
Productor de videos culturales

¿Qué opina sobre el trabajo realizado por el IZC durante la administración de Ricardo Monreal?
“En mi opinión, y en la rama que yo manejo, que es la producción de medios audiovisuales, concretamente el video, yo considero que lo han dejado un poco de lado; realmente yo no he visto en los seis años un interés muy marcado en la producción o en la utilización del video, esa herramienta tan valiosa y tan difundida actualmente ya no hay ninguna casa, ningún instituto, ningún lugar que no tenga una videocasetera, y yo considero que lo dejaron de lado. Este medio tan importante yo considero que sí debería estar incluido en los programas desde hace tres o cuatro años. Por otro lado, me pregunto por qué a un año de que se aprobó por el Congreso la Ley de Cultura, pues no se ha visto absolutamente ningún paso en el sentido de consolidar el consejo consultivo y los órganos que están previstos en la ley para que las decisiones de los temas culturales no sean de una sola persona, sino de un grupo de personas especializadas o interesadas en la cultura, y que redunden en el beneficio colectivo, no se trata de que haya nuevas mafias”.

¿Cuál considera que debe ser el perfil del Director de dicha institución?
“En mi opinión muy personal, el director debe ser un administrador. Tener una amplia trayectoria en la administración, porque a mí me ha tocado verificar que la cultura en Zacatecas, afortunadamente, ha crecido muchísimo, las manifestaciones culturales son muy amplias; hay que pensar en los comités municipales de cultura, en las industrias culturales, en un amplio sector que se beneficia con la cultura; entonces ya no se puede más que pedir un administrador que tenga amplia experiencia y apertura para saber escuchar las diferentes voces de los participantes de la cultura, y sobre todo, yo pienso que debe tomar como base la ley de cultura que se aprobó el año pasado y que establece los lineamientos generales para el desarrollo cultural del estado”.


La Rosa de los Vientos

Aquo sueño de luz
Por Elodia Lara Barrios

¿Con quién se quedan los árboles cuando están solos?
¿con quién su soledad mezcla infinitos?
Agua de sepulcro enigma (...) cieloárbol

¿qué prosaico sentir alienta su noche
si un cantar duerme las hojas
de qué habla su mudez / algarabía rota cuando calla?

¿cuál su lenguaje insólito es lengua
y cuerpo para saborear la lluvia
descongelar el espíritu deshacer inercias?

Dónde el moribundo vivir renace
cuando el alma de la tierra se erosiona
Éxtasis el agua fantasma o nube

Árbol diagnóstico y espejo vitae
cómo ser la placidez del río
ser río sin catarsis ni espuma

retorno sin retorno espiral del tiempo
los cuerpos serán humus
serán agua.

La vaca multicolor
Por Kutzi Hernández Galván

Zacatecas: sin equilibrio urbanístico en los servicios culturales

on la asignación de la Ciudadela del Arte al Instituto Zacatecano de Cultura, esperamos que se cierre el episodio de polémica entre los artistas y que comience una etapa de unificación de visiones y de proyectos. Comenzará una fase importante de lluvia de ideas, y sin importar que el proyecto comience a ser operado por la nueva administración, la atención que la comunidad presta hoy a la Ciudadela, es indiscutible.
Con todo y los desacuerdos que se hayan suscitado, nadie le quita el mérito al pintor Alfonso López Monreal, no sólo por llevar adelante el proyecto arquitectónico, sino por haber tenido que enfrentar toda la controversia que se levantó en torno suyo, mientras que quienes le apoyaban, prefirieron irse de vacaciones y dejarlo solo con el paquete.
Como sea, vemos que para la comunidad cultural resulta muy motivante el que este tipo de asuntos no le sean indiferentes al gobernador, que finalmente tomó una decisión que ha satisfecho a la mayoría.
Sin embargo, no puedo dejar de señalar que los grandes proyectos culturales no se hacen en tres patadas. Un gran proyecto cultural sería, por ejemplo, rescatar los museos, y devolver el equilibrio de que ahora adolece el conjunto de centros públicos de apreciación de las artes visuales en Zacatecas.
La responsabilidad sobre los proyectos y espacios públicos no debe recaer nada más en un gobernador o un pintor o un grupo de pintores o una institución. En cuanto a espacios culturales, entra la participación de funcionarios, trabajadores, promotores culturales, medios de comunicación y toda la sociedad. Esta participación debe darse de forma activa, así sea para establecer la crítica. Una crítica activa es, por supuesto, propositiva, y no tiene validez si no se ponen manos a la obra.
Bien por la Ciudadela del Arte, que ha conseguido ganar la atención de todos. Pero no nos olvidemos de nuestros museos, que hoy viven situaciones realmente penosas. Ya lo señalaba nuestro amigo, el pintor Armando Haro, que por ejemplo, los grabados de Tapies tienen hongos porque los muros del museo Pedro Coronel están húmedos y los grabados de Japón estén apolillándose por falta de restauración Se tienen que cerrar salas porque no hay dinero para asignar más custodios.
El museo aludido tiene bajo su custodia una de las colecciones más impresionantes del arte universal que para los zacatecanos es un verdadero lujo, quizá tanto como lo sería alimentar al gato con caviar, cuando el felino terminará prefiriendo sus croquetas hechas con pluma de pollo. Con esto me estoy refiriendo a la necesidad de formar públicos que aprecien la valía de los centros de exposición de obra, llámense museos, llámese Ciudadela del Arte.
Se ha señalado el peligro de que a Zacatecas le sea retirado el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, en caso de que descuidemos nuestra ciudad —no quiere decir que ahora estemos en peligro, sino que se trata de una posibilidad constante que no debemos soslayar.
Sin embargo, nadie ha hecho público otro peligro quizá mucho más desastroso —a pesar de que muchos no comprendan su verdadera magnitud. Nos daríamos por satisfechos si, por lo menos, ésta fuera comprendida perfectamente por los funcionarios de gobierno a quienes les compete el asunto—: el que un día, el Instituto Nacional de Bellas Artes se percate del deterioro que están sufriendo dichas obras artísticas que son Patrimonio Cultural de la Humanidad, y decida retirarlas de Zacatecas. Estas obras no son propiedad del gobierno del estado; sin embargo, es compromiso de éste el poner las condiciones adecuadas para que las piezas sean expuestas correctamente. Lamentablemente, durante varios sexenios, el gobierno no ha cumplido con tal compromiso adquirido desde la creación de tales espacios.
Felicitamos a todo el equipo de Obras Públicas por haberse concentrado en las obras tan vistosas que además fueron ejecutadas en puntos estratégicamente visibles. Lamentamos su falta de visión de equilibrio urbanístico en cuanto toca a los servicios turísticos y culturales, y aunque se trata de algo tan obvio, las autoridades parecen no tomarlo en cuenta.
¿Por qué afirmamos que no hay visión de equilibrio urbanístico en este rubro? Porque un principio básico en el desarrollo de cualquier ciudad, civilización, incluso en el de cualquier proyecto, es el de equilibrar crecimiento y mantenimiento; a la par de la creación de nuevos elementos —en este caso, espacios— hay que consolidar los que ya existen. Más valdría un museo colorado que cien descoloridos, y salvo el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, los museos capitalinos palidecen por falta de atención. Esos 35 millones que Obras Públicas invirtió en una Ciudadela del Arte que fue cuestionada hasta por las vacas sagradas de la pintura zacatecana, pudo haberlos administrado mejor: si no repartir toda esa cantidad entre los museos que reclaman una restauración urgente, por lo menos destinar una parte a tal propósito, y la otra parte para iniciar los trabajos de la Ciudadela en una primera etapa.
En reiteradas ocasiones, los artistas zacatecanos han señalado la urgencia de rescatar y atender los museos: hasta Felguérez opinó a favor de la calidad por encima de la cantidad (ver el reportaje “El arte zacatecano: consensos y disensos”, Trópico de Cáncer núm. 180, 9 de noviembre de 2003), al mismo tiempo que la administración monrealista prometía más museos que, de haberse creado, terminarían sumándose al puñado de elefantes blancos que hoy tenemos, y no por culpa del gobierno actual, sino por falta de una política cultural que es responsabilidad no sólo de las instituciones de cultura, sino de instancias relacionadas como, por ejemplo, la Secretaría de Obras Públicas, para dar mantenimiento a los espacios, y la Secretaría de Educación, en la formación de públicos para la cultura.


El Correo
A Trópico de Cáncer llegó esta carta, signada por el pintor Juan Manuel De la Rosa, en relación a la Ciudadela del Arte, proyecto respecto al cual se pronunciaron cinco renombrados pintores zacatecanos -entre ellos De la Rosa- en un reportaje publicado por El Sol de Zacatecas el pasado martes 20 de Julio de 2004.

“Zacatecas, Zac. 23 de julio de 2004

“Ing. Apolonio Castillo Ferreira
Secretario de Educación y Cultura
Gobierno del Estado

“Muy respetado Ingeniero:
“Siempre con la mejor disposición para aportar algo al desarrollo artístico de Zacatecas, asistí a las reuniones de los artistas que usted convocó.
“Hasta el momento la idea de abrir un centro cultural llamado La Ciudadela del Arte me parece un río de palabras, que arrastra discusiones bizantinas que viajan en él sin que pueda aparecer nada claro ni transparente.
“Me solidarizo con los pintores y los habitantes de esta ciudad que fueron encuestados y opinaron que artistas y pintores no deberían dirigir las instituciones culturales, sobre todo por las experiencias ya conocidas en el medio cultural.
“El Arte es una de las actividades que le brinda libertad al ser humano. Para que de verdad sea así, el Arte debe realizarse en las mejores condiciones posibles, para no perder su impulso y su autenticidad. Lamentablemente, éstas no se han dado, este no es nuestro tiempo, tal vez nunca lo sea; por el momento soy escéptico. Sin embargo, también tengo la sensación de que vendrán días mejores y que pasará la turbulencia, podrán aclararse las aguas del río y el vuelo será más tranquilo.
“Agradezco sus atenciones y la comprensión por la decisión que he tomado. Lamento sinceramente no haber podido trabajar con mis colegas, los pintores abstractos, en una maravillosa aventura que, a mi manera de ver, pudo llevarse a cabo a la manera de “tequio cultural”.
“Me hubiera gustado haber compartido este trayecto del camino de la ya prestigiada, gracias a los artistas mayores, pintura zacatecana. Me retiro del proyecto y punto.
“Respetuosamente,
(rúbrica)
“Juan Manuel De la Rosa

“c.c.p. David Eduardo Rivera, Director del Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde.
“c.c.p. Juan Martín Ocampo, Director de la Galería Arroyo de la Plata.
“c.c.p. los medios informativos”.
Con el ánimo de entablar una relación retroalimenticia con nuestros lectores, este espacio da cabida a las cartas que aborden aspectos relacionados con la cultura.
Nuestro correo electrónico es: tropico@elsoldezacatecas.com.mx
Nuestra dirección es: Avenida Quebradilla 602, Col. Caminera. C.P. 98000. Zacatecas, Zac.

El Sol del Trópico
Suplemento del suplemento de El Sol de Zacatecas

Canalizan la Ciudadela del Arte al Instituto Zacatecano de Cultura
Por Kutzi Hernández Galván

“A partir de hoy, el Instituto de Cultura toma la coordinación del proyecto en los términos del desarrollo del mismo, la parte artística y cultural; la recepción, la valoración de los proyectos, la convocatoria de los artistas, de los grupos, y por supuesto el cuidado, la vigilancia, la congruencia con los lineamientos de la política cultural que este gobierno ha venido implementando durante casi seis años”.
Así lo declaró el pasado viernes el maestro David Eduardo Rivera Salinas, director del Instituto Zacatecano de Cultura (IZC), respecto a la Ciudadela del Arte, proyecto que hasta ese día era operado por la Secretaría de Educación y Cultura. Tal situación, así como una falta de proyecto artístico, habían sido tema de una polémica suscitada entre los pintores Juan Manuel de la Rosa, Alejandro Nava, Emilio Carrasco y Alfonso López Monreal, coordinador del proyecto arquitectónico de la Ciudadela.
Rivera Salinas dio a conocer la noticia, que fue literalmente aplaudida en la galería Arroyo de la Plata por decenas de personaes asistentes a la inauguración de una exposición pictórica de Jesús Reyes Cordero. Entre la nutrida concurrencia de la galería de Irma Valerio, el anuncio también suscitó expresiones de júbilo, así como en la presentación del cartel de las Morismas de Bracho.
David Eduardo Rivera explicó que tal decisión fue tomada por el gobernador Ricardo Monreal Ávila durante una reunión con los artistas De la Rosa, Nava y López Monreal, con la presencia del titular del IZC, mientras que con Ismael Guardado mantuvieron comunicación vía telefónica.
Respecto a la competencia de las instituciones en relación a la Ciudadela del Arte, Rivera Salinas señaló que el gobernador ha señalado los lindes de cada una. En cuanto a la Secretaría de Educación, “el gobernador fue claro, tuvo participación en términos del financiamiento de los proyectos, y de la Secretaría de Obras Públicas, lo relativo a su función inherente, que es la rehabilitación, el rescate de los edificios y su mantenimiento y nada más”.
Por su parte, el pintor Alfonso López Monreal seguirá al frente del proyecto “sólo en la parte que aún falta por rescatar del edificio, porque él ha hecho un trabajo extraordinario, hay que reconocerlo”, dijo el funcionario. “Una vez que esto concluya, él se reintegrará a sus actividades artísticas y entonces se abrirá lo que en ese momento los nuevos ordenamientos jurídicos señalen para dirigir y coordinar un centro de esta naturaleza, por supuesto, siguiendo la idea original del gobernador y sus intenciones muy claras de tener un centro que goce de una capacidad de gestión importante, capaz de apoyarse en un patronato, pero siempre de la mano de la autoridad cultural que finalmente es la responsable de darle cauce a la política cultural que este gobierno ha implementado”.

Exposiciones
- Hoy a la 1:00 p.m. será inaugurada una exposición fotográfica en el vestíbulo del Teatro Calderón. No falte, la entrada es libre.
- En la galería de Irma Valerio se encuentra la exposición “Desiertos, raíces, mujeres”, de Sonia Félix. Entrada libre.
- En la Galería Arroyo de la Plata fue inaugurada también la exposición de Jesús Reyes Cordero, denominada “Brocolitour, desierto fluido”. El acceso es libre.
- En el ex Templo de San Agustín se encuentra la exhibición plástica de Georgina Gómez, titulada “Aires del tiempo”. Ahí, también la entrada es gratuita.
- Les recordamos a nuestros lectores que todos los museos de la ciudad permiten la entrada gratuita a todo zacatecano que se identifique como tal. Aproveche estas vacaciones.

En esta esquina...
Simitrio Quezada
Maestro en Creación Literaria, es autor del libro Valle de cardos. Actualmente es encargado de Comunicación Social de la Universidad Politécnica de Zacatecas.
Salf
Equilibrista entre los asuntos mundanos que la cotidianidad reclama y el ludismo de sus dibujos, toca en un grupo de rock con especial fruición. Actualmente prepara una sorpresa para los amantes de la caricatura.
Elodia Lara Barrios
Veterinaria y Maestra. Autora de la plaquete La noche es gato (Dosfilos-UAZ, 1996), ha publicado poesía en varios periódicos y revistas locales, como El Sol de Zacatecas, Pórtico, Imagen, Momento y Diálogo.
Es integrante del taller de creación literaria de la UAZ, coordinado por Juan José Macías. Se ha desempeñado como profesora durante más de 25 años en el nivel medio.

Kutzi Hernández Galván
Egresada de la Carrera de Letras, por la UAZ, ha obtenido tres premios de periodismo a nivel estatal.