miércoles, septiembre 01, 2004

No. 219. 22 de Agosto de 2004

¡Gracias, Zacatecas!
A cuatro años de su creación, el Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria ha sido un éxito gracias a la suma de esfuerzos. Con tres certámenes realizados y dos antologías presentadas, este es un verdadero proyecto colectivo de promoción cultural. Gracias a todos los participantes por legitimar la iniciativa de El Sol de Zacatecas a través de su suplemento cultural; gracias a los comentaristas del libro y a quienes han sido parte del jurado calificador; gracias al Tribunal Superior de Justicia, a su presidente actual, Lic. Bernardo Del Real Dávila, al anterior, Lic. Felipe Borrego Estrada; a la Lic. Jánea Estrada y al Lic. Federico Soto Acosta.
Hacemos un público reconocimiento al Instituto Zacatecano de Cultura, al Consejo Estatal de Turismo, al IZEA, a la Universidad Autónoma de Zacatecas, a la Secretaría de Educación y Cultura y a Irma Valerio Galerías, como patrocinadores del premio. Gracias también al periódico Imagen, a Enrique Salinas, Rolando Cantú y Diego López, así como a Juan Gómez, del noticiario de Radio Zacatecas, por su solidaridad y profesionalismo.

“Treinta nuevos jinetes en Trópico de Cáncer”
Nadia Talamantes
Agradezco la oportunidad de participar en la presentación de la más reciente antología de cuentistas del Premio Trópico de Cáncer. Saludo a todas las personas e instituciones involucradas en esta realidad de 120 páginas: a El Sol de Zacatecas, al Tribunal Superior de Justicia, a los gestores invisibles de esta antología, a todos ellos quiero darles las gracias por abrir una zona donde la ficción, la imaginación, tiene cabida.
La única razón legítima para estar aquí, presentándoles este libro, es que soy parte del contingente de lectores, y los que leemos sabemos valorar muy especialmente el esfuerzo de los que escriben. El placer es mayor cuando son voces zacatecanas las que se atreven a crear, las que se atreven a añadir nuevas estructuras a las ya existentes, a romper con este mundo para inventar otros.
Resulta estimulante saber que el certamen convocado por El Sol de Zacatecas provocara la participación de más de 180 concursantes; esta motivación es ya por sí misma un victoria inestimable. Todos los participantes merecen nuestro respeto, de allí la difícil labor del antólogo: aplicar sus criterios y elegir las flores (anthos=flor, légein=escoger), seleccionar piezas y hacerlas manejables. Porque son treinta cuentos, no hay uniformidad en ellos, hay diferencia. Nada une a los textos entre sí, excepto el hecho de que los autores acudieron al llamado, al desafío literario. Por ello creo que esta es una antología acertada, porque la recopilación es representativa tanto de la variedad temática como de las formas estilísticas.
Los cuentos no son animales fáciles de domesticar, hay que ir frenando el caballo, como decía Juan Rulfo, uno de los grandes maestros del cuento: “Hay que concentrarse en unas cuantas páginas para decir muchas cosas, hay que sintetizar... contenerse, no desbocarse, no vaciarse”. Los esfuerzos de estos treinta autores por no desbocarse arrojan historias que van desde el cuento en miniatura a la prosa poética, del estilo epistolar al diario, a la irracionalidad de las pesadillas. Los treinta descubrieron muchos matices contenidos en los tres temas básicos —diría Rulfo— : el amor, la vida y la muerte, matices sin etiquetas.
Así, la Antología Trópico de Cáncer es un híbrido: ángeles, naguales y vampiros, moscas y globos, son personajes que juegan a ser protagonistas. Su estructura deshilvanada reúne historias que, a pesar de su divorcio en el tratamiento, revelan maridaje en el tema: las memorias de una infancia provinciana llena de misterios; amores celosos, imposibles y acabados, pero amores al fin; un erotismo de muchos rostros, emparentado con la muerte, con la religión, con la zoofilia y curiosamente, con instrumentos musicales; la religiosidad hecha prosa, hecha cárcel, con exvotos involuntarios y escenarios egipcios; la muerte, ese tema ineludible, se pasea también por varios cuentos vestida con el conocido humor mexicano, se pasea triste en el mundo de los emigrantes y se hace casi metafísica en el mundo de los boticarios; hay alucines por canabis, alcohol e insecticida... Hay además cuentos de entrañas abiertas, donde el autor expone el proceso de nacimiento de su personaje y nos deja terminar la narración; y aún sobra espacio para relatos de vidas alteradas por el fútbol, por la calvicie, por los algodones de azúcar o por un tren que nunca llega.
He disfrutado con las metáforas frescas (alguien dice que la oscuridad siembra amantes en la Bufa, alguien busca su costilla perdida en el directorio de Guadalupe), con las frases desvergonzadas (alguien admite: “qué bonito es lo ordinario”, otro clava: “tu cama es la parte de la habitación que más te duele”, alguien más suelta: “en la mañana no soporto un ápice de gloria”), con los chispazos de cultura popular (Santo —el enmascarado de plata—, las tortas de huevo, la ruta tres, la seis y así hasta llegar a Guadalupe; las charras que cuenta Chilano, los profes panzones, los wonderbrá, los Faros y la leche Nido), he tropezado con faustos neologismos (alguien descubre su sombra desumbrándose sobre el suelo, y alguien inventa los crímenes de lesa insectidad); y he disfrutado, principalmente, con el cariño que estas treinta personas le tienen a las palabras.
Que sirva esto para acercarnos a la Antología, sin hablar de los textos en sí. No los nombremos: los cuentos tendrán que defenderse solos. Y es tarea del lector elegir a sus favoritos. Conviene recordar que la convocatoria reunió a neófitos y a otros más avezados, pero yo les digo que todos los cuentos se dejan leer. Espero que los lectores queden satisfechos y que los autores queden insatisfechos, para que sigan escribiendo, para que sigan cayendo —como reza uno de los cuentos— en “la más oscura de las tentaciones”: la literaria.
Por último, quisiera agregar que la Antología Trópico de Cáncer se ha convertido en algo más importante que los premios en sí, pues este tipo de publicaciones otorga una gratificación para nosotros, los lectores, por el simple hecho de no consentir que los escritores decaigan en sus intenciones creativas. En el epílogo, Kutzi Hernández mantiene la modestia de llamar “infantería “ al cuento corto, pero dada la particular importancia cultural de este género literario en Hispanoamérica —donde los cuentos de a pie siguen escalando rangos—, alegra saber que aquí siguen dando batalla y que las huestes engordan, alegra saber que, afortunadamente, en Zacatecas sí tenemos quién nos cuente cuentos.
Felicitaciones a todos los autores.

Cincuenta escritores trabajando y una nota a pie de página
Javier Báez Zacarías
En una época en la que es más fácil encontrar el género cuento en revistas o suplementos que en libros, da gusto tener entre las manos un libro de cuentos organizado por un suplemento cultural. Así, con el placer y la esperanza que caracterizan al lector que inicia un texto, nos acercamos a esta obra: Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria.
De entrada, en un rápido “paseo” por el índice, me emociona darme cuenta del interés que existe actualmente por la narrativa; esta antología contiene los trabajos de treinta autores. Si el título me anuncia que se trata del segundo premio, no dejo de imaginar otros treinta autores que participaron, tal vez, en el primero. Descartando un número hipotético de concursantes persistentes, digamos diez, puedo ver a cincuenta escritores que trabajan, día con día, tras sus máquinas, rescatando historias, creando personajes, reflejando conflictos. Creadores que dan orden artístico a la existencia; empeñados en provocar placer en quien los lea.
La antología Segundo Premio Trópico de Cáncer es un libro ameno, ágil, que puede disfrutarse sin ningún tropiezo. Textos breves —algunos de extrema brevedad— que se encadenan naturalmente, lo que da fluidez a la lectura. El lector no deja de sorprenderse —sentimiento que provoca toda antología— con la riqueza de propuestas, la cantidad de influencias y las posibles similitudes.
Refiriéndome a estas últimas, las similitudes entre un texto y otro, semejanzas que ha provocado el azar, mencionaré algunos cuentos en los que el relato habla de la construcción del relato mismo. En el titulado “En el principio fue el verbo” de Sergio Alejandro Aguillón Mata podemos leer: “Habrás notado, lector, que los hechos narrados no son sino episodios. Quiero decir, hechos tomados al azar de una realidad que observo desde que la nombro" y que va más allá, viendo al lector como un posible creador del mismo texto: “no quiero aquí juzgar para que el lector se sienta libre de crear al nuevo creador”. Esta preocupación también está en el relato “He aquí el reo” de Margarita Carvajal Pradas en el que el texto mismo es el que habla al autor, y por esta voz el lector se entera de su creación, dando por resultado un cuento dentro de otro: “No sabes cómo me duelen todavía las veces que me estrujabas y me aventabas contra la pared”.
O el sentimiento de persecución que embarga a los personajes, presente también en varias historias. En “La pata del diablo”, de Javier Jáuregui Ocampo, leemos: “Comencé a caminar y oí un ruido atrasito de mí. ¡Y que me paro! (…) yo pensé que era la capizaya, pero dónde volteo y la voy viendo parada en la puerta esa de mezquite. ¡Ánimas benditas! Quiera que no le seguí andando y luego luego el ruido otra vez. ¡Y que me paro! Voltié y no había naiden.” En el cuento “Era de madrugada” Jesús Vargas dice: “Era de madrugada. Corría sobre las calles frías y solitarias (…) Jalaba aire desesperadamente con la boca abierta. La impresión de sentirme perseguido era un químico vertiginoso en el estómago”. Más adelante, en el relato titulado “Escondite perfecto”, de Víctor Infante Zamora, el narrador cuenta: “Todo había comenzado hacía un par de semanas; salía de un bar, pasada la medianoche (…) al llegar a un farol al final de la calle, escuché un par de pasos que sucedían a los míos, los acompañaban; si no hubiera estado ahí, si fuera cualquier otro, podría decir que eran los mismos. El ruido de mis zapatos, al impactarse contra los muros, originaba una especie de eco, en el cual mi perseguidor pretendía ocultarse; sin embargo, su siniestra imitación lo había traicionado. Me volví, la calle estaba desierta”. En los tres la acción se da en la oscuridad, en los tres el perseguidor se esfuma con el miedo, en los tres la persecución se hace presente por las pisadas.
Esos túneles que se van tendiendo de un cuento a otro son caminos que, bien aprovechados por el lector, se convierten en fuentes de placer. En ningún momento provocan el sentimiento de la repetición, más bien, en el contexto, estimulan la sensación del hallazgo.
Encuentro, en esta antología, escritores que, estoy seguro, alcanzarán un buen nivel, por la frescura del relato, la seguridad del discurso, el jugueteo con el lenguaje, la composición de la estructura o el manejo de la ironía.
“El mil moscas”, de Liliana Espinoza Núñez, por ejemplo, donde una situación cotidiana es llevada al extremo sin dejar en ningún instante que la tensión disminuya; o “El universo se comprime”, de Iván Vladimir Reyna en el que la primera acción del relato está enfocada al final del texto; la riqueza del lenguaje de “Bemoles barrocos”, de Eleazar Hernández Mendoza; o el certero sarcasmo de “Queridos papás”, de Alba Amaranta Hernández Martínez. El manejo de hilos narrativos en “Vidas”, de Simitrio Quezada que, al cruzarse, descubren, en el último párrafo, un suceso placenteramente escandaloso; o “Azul caramelo” en donde la ternura y lo sobrenatural hacen presencia.
Podría seguir mencionando cuentos que me proporcionaron, por una u otra razón, el gozo que todo lector busca. Pero el tiempo es precioso y es mejor que cada uno, de acuerdo a su ritmo de lectura, haga su propia lista.
Pondré, mejor, un asterisco con buena fe a mis palabras, un comentario veloz. Una nota al pie de página que es importante pero que leemos de pasada. Les diré, de amigo a amigo, que, a pesar de los logros mencionados, a cada texto que compone el Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria, le hace falta un apretón, una pequeña vuelta de tuerca que dará la redondez que el género cuento exige; y que sólo se consigue —vuelvo a la imagen de los cincuenta escritores trabajando día tras día— con la constancia.


Epílogo
Kutzi Hernández Galván
Muchos podrán pensar que el resultado de un certamen literario se reduce a la entrega del premio correspondiente, pero en realidad, el verdadero resultado es todo lo que ese concurso motivó con su convocatoria. El Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria tuvo como resultado una participación de más de 180 cuentos, de los cuales, 35 fueron publicados en este suplemento cultural. Para la publicación de la presente antología, se hizo una selección de 30 narraciones.
Trópico de Cáncer es el primer suplemento cultural zacatecano que ha tenido la iniciativa de realizar un certamen de cuento. Es, gracias al apoyo del Tribunal Superior de Justicia del Estado, el primero en editar una compilación narrativa, derivado directo de dicho concurso. Esta antología, la segunda que ve la luz, es hija de varios procesos paralelos que fueron propiciados con la sola invitación formulada por El Sol de Zacatecas a participar en el Premio Trópico de Cáncer.
Entre tales procesos, figura el de la creación literaria, que en mi opinión, debe ser independiente en su totalidad de cualquier circunstancia, incluida la emisión de una convocatoria para un concurso literario.
Circunstancias más, circunstancias menos, el lector finalmente toma la decisión de participar. Escribe un cuento, o acaso tenga ya alguno escrito de antemano. Si no es el caso, entonces echa una ojeada al clóset de los recuerdos, hurga en el baúl de sus propias obsesiones, que pudieran servir como la sangre de la historia que se trae entre manos; diseña un esqueleto que muchas veces es réplica de otros esqueletos; le pone vísceras, músculos y nervios en la cantidad que dará al cuento un volumen específico, una sensibilidad particular, y hasta una mayor o menor capacidad de digestión. Finalmente le ha dotado de pellejo, que acaso sea el papel, acaso la tinta. Una vez que tiene ante sí al producto de sus entrañas, lo lava, lo acicala, le da lustre a los pies de sus letras, peina párrafos, corta las uñas a los juegos verbales y le cepilla los dientes al final.
Todo este proceso que he descrito, es el que a El Sol de Zacatecas le interesó promover cuando, a través del suplemento cultural Trópico de Cáncer, lanzó la primera convocatoria y la segunda y la tercera. Saborear el goce del juego como fin último es, en sí mismo, un acto cuyas delicias sobrepasan a las que se desprenden del triunfo: la satisfacción de ver un cuento terminado es comparable con la satisfacción de tener esta antología concluida en nuestras manos.
¿A qué viene esto de la narrativa breve? ¿Quién la dejó entrar? ¿Quién le dio permiso de ponerse de moda? Podemos echarle la culpa al tempo de la vida moderna: el asedio del trabajo que, coludido con la invasión televisiva, ha originado una serie de fracturas en el tiempo libre del hombre contemporáneo, al que los huecos en la agenda, los trayectos en el autobús o los minutos de espera en una antesala, sólo le permiten concentración a corto plazo. A falta de condiciones en ese momento para saborear los rollizos libros de Eco, Stendhal o Joyce, entra al quite la infantería: el cuento corto, la minificción, el relato, y cuantos géneros quepan en unas cuantas líneas, en unas pocas cuartillas, en la narrativa breve.
Si nos preguntan por qué hemos elegido el cuento corto como género en torno al cual hemos convocado estos concursos literarios durante tres años consecutivos, apelaremos a dos criterios pragmáticos: el primero de ellos es la disponibilidad de espacio con que cuenta un suplemento cultural como lo es Trópico de Cáncer. Obviamente, Proust no cabría nunca en nuestras páginas. A este respecto, la experiencia que tuvimos el primer año en que se entregó el premio, nos hizo ver la necesidad de limitar un poco más el espacio, pues la publicación de cuentos de diez cuartillas nos representaron una serie de problemas que no detallaremos pero que ustedes ya se imaginarán.
El segundo criterio consiste en la docilidad con que el cuento, como jaca bondadosa, se deja montar. Cualquiera se anima a escribir un cuentecillo, independientemente de los resultados. Que después esa supuesta docilidad haya resultado engañosa, es otro cantar, o mejor dicho, otro cuento.
Hay géneros que permitirían la brevedad, como es el ensayo literario, pero que no son tan familiares o tan dóciles para la pluma del grueso de los lectores de El Sol de Zacatecas, motivo por el cual los hemos descartado por el momento. En esta última circunstancia viene implícito un tercer criterio que no había mencionado en un principio por parecerme obvio: el Premio Trópico de Cáncer siempre ha sido dirigido a los lectores de esta publicación. Convocatorias especializadas para los escritores, sobran en el país. En el estado de Zacatecas, ignoro si hacen falta.
Las posibilidades creativas en un cuento corto son multívocas: desde el desarrollo del ludismo, hasta la sugerencia erótica, pasando por el juego lógico, el relato fantástico, la sonrisa irónica, la confección de una tragedia, la maquinación de un misterio policiaco, todas estas alternativas, y muchas más, caben dentro de la narrativa breve. Mentira que en tres cuartillas no pueda escribirse el cuento perfecto. Anton Chéjov, Edmundo Valadés, Augusto Monterroso, Guillermo Samperio, Salvador Elizondo, Julio Cortázar y tantos otros nos dan la razón. Aunque para algunos una página en blanco —no se diga tres— aparezca como un simple vaso de agua, incapaz de contener una trucha siquiera, para otros ese mismo espacio se presenta como un mar lechoso bajo el que las historias potenciales nadan, como traslúcidos peces multicolores.
Con lo arriba descrito he pretendido explicar el propósito que ha hecho posible la existencia de la presente antología, que no se plantea como una galería de genios, ni como el cuadro de honor de la literatura local; tan sólo se trata de un libro escrito por simples mortales, que pretende aplacar el tedio del pasajero de la ruta 16, entretener el ocio de la que espera en el café o en la antesala de alguna oficina; es un libro que acaso deberíamos ofrecer como complemento de las agendas, por considerarlo idóneo para llenar sus huecos. El resto de las potencialidades de la antología Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria, dependerá, en adelante, de sus lectores.

EL SOL DEL TRÓPICO
Suplemento del suplemento de El Sol de Zacatecas

Concurrida, la presentación de la antología del Segundo Premio Trópico de Cáncer
Escritores en ciernes, algunos con trayectoria, otros algo indecisos, abuelitas, jóvenes padres de familia y niños, así como magistrados y jueces, fueron parte de la nutrida concurrencia que abarrotó la sala de exposiciones temporales del museo Pedro Coronel, durante la presentación de la antología Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria, el pasado jueves 19 de agosto.
Un clima de cordialidad y buen humor fue el que se sintió durante la presentación, en la que, milagrosamente, las seis participaciones de quienes integraron el presidium, sin contar a la moderadora, bien cupieron en los poco más de 40 minutos en que duró el evento.
El evento tuvo lugar en punto de las siete de la tarde ante la presencia del magistrado Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas, Lic. Bernardo del Real Dávila y del director general del periódico El Sol de Zacatecas, Ing. Gerardo De Ávila González, así como autores de los cuentos antologados, magistrados, jueces y público en general.
El presidium estuvo integrado por los comentaristas Nadia Talamantes y Javier Báez Zacarías, así como por tres de los autores de la antología: Virgina Alejandra Salmón Gamboa, Eleazar Hernández y Vicente Carrasco Gutiérrez, mientras que Kutzi Hernández fungió como moderadora.
Al hacer uso del micrófono, Nadia Talamantes afirmó que el volumen presentado “es una antología acertada, porque la recopilación es representativa tanto de la variedad temática como de las formas estilísticas”, por lo que calificó al libro como “un híbrido”.
La licenciada y maestra en Filosofía recordó que el certamen “reunió a neófitos y a otros más avezados”; agregó que “todos los cuentos se dejan leer”.
“Es un libro ameno, ágil, que puede disfrutarse sin ningún tropiezo”, dijo, por su parte, Javier Báez, docente y coordinador de la revista literaria Barca de palabras.
El universitario mencionó varios de los cuentos que llamaron su atención, y dijo por qué. Concluyó diciendo que “a pesar de los logros mencionados, a cada texto que compone el Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria, le hace falta un apretón, una pequeña vuelta de tuerca que dará la redondez que el género cuento exige; y que sólo se consigue (...) con la constancia”.
Los asistentes tuvieron oportunidad de saborear una muestra, en la voz de la joven Virginia Alejandra Salmón, quien dio lectura a su cuento “Ángel cruel”; le siguió Eleazar Hernández, tercer lugar en el certamen al que alude la compilación. Su cuento se titula “Bemoles barrocos”. Por último, fue leída la narración titulada “Lotería” en voz de su autor, Vicente Carrasco Gutiérrez.
El Segundo Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria generó una participación de más de 180 cuentos, de los cuales, 35 fueron publicados en el suplemento cultural de El Sol de Zacatecas. Para la publicación de la presente antología, se hizo una selección de 30 narraciones.
Juan Manuel García, Andrés Briseño, Rafael Novella, Eleazar Hernández, Manuel Ramos, Vicente Carrasco, Enrique Morales, Ada Priego, Lauro Maldonado, Sergio Aguillón, Virginia Salmón, Pedro Villarreal, Juan José Romero, Gabriel Andrade, Violeta Salmón, Carolina Acosta, Javier Jáuregui, Leonardo Carreón, Vladimir Reyna, Simitrio Quezada, Mauricio Moncada, Nelson Guzmán, Jesús Vargas, Margarita Carvajal, Amaranta Hernández, Víctor Infante, Teresa Velázquez, Abel García, Liliana Espinoza y Daniela Ramírez son los autores de este libro.
La aparición de la segunda antología Trópico de Cáncer es posible gracias al patrocinio que nuevamente brindó el Tribunal Superior de Justicia, presidido por el licenciado Bernardo Del Real. Asimismo, en el evento se hizo manifiesto un agradecimiento a la licenciada Jánea Estrada Lazarín, por sus buenos oficios como coordinadora de la producción, así como del licenciado Federico Soto Acosta en el apoyo logístico y de vinculación con el Tribunal.
Gracias a la sensibilidad demostrada por la institución patrocinadora y por quienes la dirigen, fue anunciada la próxima publicación de la tercera antología Trópico de Cáncer. También se hizo público el reconocimiento al Instituto Zacatecano de Cultura, al Consejo Estatal de Turismo, al IZEA, a la Universidad Autónoma de Zacatecas, a la Secretaría de Educación y Cultura y a Irma Valerio Galerías, que en su momento han patrocinado la entrega del premio.
Al final, se le hizo una invitación al respetable para brindar en honor de los autores. Los 150 ejemplares que el Tribunal Superior de Justicia obsequió a los asistentes, no bastaron para cubrir la amplia convocatoria que tuvo esta presentación, por lo que en las oficinas de este diario hay 50 ejemplares más, esperando ser reclamados por quienes se interesen en la antología.

Exposiciones vigentes
- Hoy a la una de la tarde, súbase a la Bufa y acuda a la sala “Juana Gallo” del Museo Toma de Zacatecas, donde será inaugurada la exhibición de dibujo “Datura stramonium tres”, de Eduardo Arvizu.
- En el museo Francisco Goitia se expone la obra más reciente del pintor guadalupano Emilio Carrasco. Los domingos, la entrada es gratuita para los zacatecanos que lleven identificación.
- Les recordamos a nuestros lectores que todos los museos de la ciudad permiten la entrada gratuita a todo zacatecano que se identifique como tal. Aproveche estas vacaciones.
- En el museo de Guadalupe, hasta el 20 de septiembre, se expone una muestra de Tesoros Artísticos de la China Antigua.
- En la Galería Arroyo de la Plata fue inaugurada también la exposición de Jesús Reyes Cordero, denominada “Brocolitour, desierto fluido”. El acceso es libre.
- En el Museo Zacatecano se expone una muestra de cajas antiguas, llamada “Relicarios de sueños y evocaciones”.
- En el ex Templo de San Agustín se encuentra la exhibición plástica de Georgina Gómez, titulada “Aires del tiempo”. Ahí, también la entrada es gratuita.

En esta esquina...
Nadia Talamantes
Licenciada y maestra en Filosofía por la UAZ y por la Universidad de Sevilla, respecticamente, es colaboradora de Trópico de Cáncer.

Javier Báez Zacarías
Docente universitario, coordinador del taller literario de la preparatoria 2 de la UAZ y director de la revista literaria Barca de Palabras.

Kutzi Hernández Galván
Egresada de la Carrera de Letras, por la UAZ, ha coordinado varias publicaciones y obtenido tres premios de periodismo a nivel estatal.