martes, noviembre 09, 2004

No. 229. 7 de Noviembre de 2004

Farabeuf o la transgresión como medio de redención
Kutzi Hernández Galván



Y tú estás fija allí y yo te miro mirarme fijamente. Pretendes descubrir mi significado y te horroriza la sangre que mana de mi cuerpo y a la vez te fascina porque en su contemplación crees redimirte. No alcanza la distancia que hay entre tú y yo para contener este grito diminuto de la muerte...
(1)


I. Preludio
Farabeuf o Crónica de un instante de Salvador Elizondo, es considerada como una novela pionera de la "metaficción", estilo que en México se desarrollaría durante la década de los setenta y ochenta. Elizondo ha sido reconocido como un escritor representativo de la literatura mexicana contemporánea, específicamente ubicado en el movimiento literario contrapuesto a la cultura de masas que se dio en la década de los 70's. Publicada en 1965, Farabeuf es la primera obra de este escritor, gracias a la cual ganó el Premio Villaurrutia de literatura.
Elizondo ha destacado no sólo como novelista, sino como cuentista y poeta. Durante los sesenta le dio por escribir poemas en los que ponía de manifiesto violentas pasiones, apoyadas en técnicas semi-surrealistas.
Como influencias de su literatura se ha señalado a Joyce y Faulkner. Ha traducido a escritores ingleses y franceses, entre ellos Sartre, Valery y Ciorán, cuya influencia también se deja sentir a lo largo de la novela. Vale decir que el epígrafe preliminar a la obra es un texto de Ciorán, citado en su idioma original.
Salvador Elizondo nació en México en 1932. Según lo señala Emmanuel Carballo, fue siempre un niño mimado, cuya infancia “transcurre en la opulencia y, presidida por el ocio, tan anárquica como golosa”(2). En su literatura es notoria una actitud despreocupada hacia su entorno. No hay un asomo de interés por lo que ocurre en el ambiente sociocultural o político de su país. De hecho, los espacios en que se desarrolla la novela son fuera de México: una vieja casona en París, una playa ubicada en algún lugar de Europa, una plaza en Pekín. Elizondo sigue la inclinación universalista que en México comenzó a gestarse como una tendencia desde Justo Sierra a principios del siglo XX, pero que en este autor —acaso el primero en el país— se manifiesta de una manera absoluta.
Luis Humberto Farabeuf (1841-1910), según datan las enciclopedias de medicina, es el nombre de un médico y cirujano francés, especializado en la obstetricia, a quien se le debe la invención de diversos instrumentos quirúrgicos, así como una operación que lleva su nombre. Es autor, además, de numerosos tratados sobre anatomía y cirugía; a lo largo de su trayectoria fue condecorado con diversos premios por sus aportaciones a la medicina.
Todo parece indicar que Salvador Elizondo tomó únicamente a este personaje como referente para armar su novela en la que atribuye al cirujano un gusto por las prácticas de disección no sólo sobre los cadáveres, sino sobre el cuerpo de seres humanos vivos. Tales prácticas en la obra reciben el nombre de Teatro instantáneo del Maestro Farabeuf. Aquí, el personaje que da nombre a la novela aparece como un cirujano afable y tenebroso, un anciano siniestro de manos afiladas y movimientos precisos, vestido ya sea con su abrigo negro o con su bata blanca, manchada con excrecencias mortuorias. No hay precisiones en cuanto sus facciones. En esta novela, los rostros de los personajes aparecen como en blanco.

II. Crónica de un instante
¿Recuerdas...? (3)

Hemos recordado la respuesta a una pregunta que hemos olvidado...
(4)

La primera impresión que en el lector se puede presentar ante la lectura de Farabeuf, es horror. Las imágenes que se presentan son a veces tan estremecedoras, que entonces se quisiera olvidarlas rápidamente, olvidar la sensación que parece producirse en carne propia. Sin embargo, es su misma intensidad, así como el ir en contra de lo formalmente establecido, lo que a veces atrapa al lector con una nueva fascinación. A veces, el ser humano experimenta obsesiones relacionadas precisamente a las cosas más desagradables, o que se quisieran borrar de la memoria. Figuras mentales que surgen a veces de la nada, aparentemente, y que representan todo aquello que nos han enseñado a repudiar, pero que tarde o temprano emergen desde lo más recóndito hasta la superficie de nuestra conciencia; “...hay algo que su memoria persiste en mantener en el olvido— todas esas cosas que están hechas de olvido". (5)
Un símbolo claro que se puede encontrar en la novela respecto a lo inolvidable que resulta el contacto con objetos repugnantes, es el momento en que la mujer toma en sus manos una estrella de mar, casi sin darse cuenta. Luego de sentir su consistencia blanda y fría —como si preconizara el destino de su cuerpo—, la arroja lejos, en una actitud de aversión. Sin embargo, es esa sensación, esa escena, surgida del azar, la que persistirá con mayor fuerza posteriormente, como símbolo de lo que quisiera olvidarse, sin conseguirlo, por tratarse de un misterio que envuelve la misma identidad de la mujer:
...en esa capacidad de comprender lo que ella hacía al azar y sin sentido, por un capricho, residía la concreción y el significado del ser que ella se imaginaba, un ser anticuado, cruel, bello, vestido siempre de blanco, que se acoge a una caricia sangrienta y en cuyas manos lívidas persiste para siempre la sensación de una materia viviente, viscosa, que se pudre lentamente entre la punta de los dedos, un ser inolvidable que todo lo que toca lo vuelve inolvidable y que se cuela, de tan inolvidable, en la memoria y en los recuerdos de quienes nunca lo hubieran conocido. (6)

Farabeuf o La crónica de un instante resulta muy peculiar por la manera como está estructurada. Mucho de lo complejo que hay en la novela se debe no sólo a las técnicas del lenguaje que el autor utiliza, sino a las alusiones del acto carnal relacionado con el suplicio físico, mezcla que colorea esta obra con un tono de erotismo sádico-masoquista. Elizondo alterna diálogos y monólogos para formular una obra que comparte muchas de sus características estructurales con otras de su tiempo y que rompen con el esquema tradicional por uno más fragmentado, el cual demanda la participación del lector en la unión de las piezas, como si se tratase de un rompecabezas. Además, otro elemento distintivo que se añade a esta novela es un peculiar modo de acercarse una y otra vez a un mismo tema desde diferentes puntos de vista, como si se tratara de una película en la que se repite una escena desde distintos ángulos de la cámara. De pronto parece uno de esos raros largometrajes franceses, y no hay que olvidar la fuerte influencia de dicha cultura en su obra.
Las ciento setenta y nueve páginas de la novela giran en torno a un solo instante cuya duración es de un minuto y nueve segundos: un orgasmo. Un hombre, a veces una mujer, se dirige a un interlocutor mudo para hacerle recordar ese momento, una y otra vez. En otros apartados, el autor salta a momentos anteriores a ese instante, que constituye el eje de la obra.
Este juego en torno a algo tan fugaz como es un instante, pero que cuya fijación en la memoria depende precisamente de su intensidad, me hace relacionar la novela con el arte conceptual, difundido precisamente a partir de la década de los sesenta (Farabeuf fue publicada en 1965). Como expresiones típicas de este arte conceptual se encuentra el happening, la instalación, el performance, entre otras actividades artísticas, cuya característica má s sobresaliente es su carácter temporal. No se persigue la creación de un objeto artístico concreto, físico, sino la construcción de un momento, que aspira a fijarse en la memoria del espectador como una vivencia. Es por eso que estas expresiones están compuestas más por conceptos que por objetos. Su carácter de vivencia estética requiere forzosamente que el espectador participe de alguna manera, que pase de ser un sujeto pasivo a sujeto activo.
Por todo lo anterior, podría definirse a esta obra como una novela conceptual. Por su modo de violentar al lector con imágenes que se salen de lo establecido, Farabeuf podría asociarse con el hapenning, en donde no faltan las expresiones espontáneas de agresión hacia el espectador.
En las primeras lecturas a esta novela, el número de personajes que participan en esta novela resultó a primera vista un tema confuso para mí. Esto lo debo a que participan distintas voces, sin que se especifique la identidad de los narradores que sucesivamente intervienen en la construcción de la trama. En ocasiones, incluso, no se sabe cuándo termina el discurso de uno y cuándo comienza el del siguiente narrador. También me causó cierta confusión la presencia de un amplio espejo así como la alusión a las personas reflejadas en él, lo que me hacía pensar en únicamente dos protagonistas, mientras que el resto sería sólo un reflejo de ellos mismos. Conforme la lectura se fue desarrollando, los personajes se dibujaban más nítidos, por lo que pude reconocer a cuatro: el doctor Farabeuf, la Enfermera y una pareja de amantes, aunque no abandono la idea del todo de que los segundos sean reflejo de los primeros.
En la obra participan, además de los personajes, algunos símbolos de la cultura china, así como objetos y lugares específicos cuyo papel es importante en el desarrollo de la historia. La novela gira en torno al acto sexual, por medio del cual se supone que la pareja de amantes encontrar la razón de su existencia.

III. Tesis, antítesis y síntesis
Desde el comienzo de la novela se presentan elementos contrarios, los cuales constituyen pares correspondientes: Oriente y Occidente, el yin y yang, los trazos continuos y quebrados que forman los hexagramas del I Ching, las respuestas ‘si’ y ‘no’ que da la ouija, los elementos masculino y femenino, el día y la noche, la atracción y el horror, el olvido y la memoria, la vida y la muerte, y, sobre todo, el placer y el dolor. Al concluir la novela, veremos cómo todos estos elementos se fusionan; se trata de la síntesis formulada tras la unión de una tesis y su antítesis. Dicha fusión significa la consolidación del equilibrio, el cual es representado por un solo momento en torno al cual gira toda la novela: el momento del orgasmo, en el que placer y dolor se funde, en el que la pregunta y la respuesta se formulan como una sola, en el que es ya imposible distinguir al hombre de la mujer, por lo que el éxtasis es representado por un ser andrógino.
En varios pasajes de la novela, se alude a la mutilación como un estado caótico, desquiciante, horrible, pero necesario para la identificación del supliciado consigo mismo. Podría asociarse esto con el mito universal del caos, tras el cual surge la Creación. El Ser es posible sólo a través del sentido, mismo que aparece tras una crisis. Un elemento esencial para el encuentro con ese sentido es la mirada:

Bastará que en medio de esa pesadilla de tu cuerpo te mires reflejada en el espejo. “¿Quién soy?”, dirás, pero en tí misma descubrir s al fin el significado de esas sílabas que siempre habías creído sin sentido” (7)

La citada fusión de los contrarios da lugar al encuentro con el ser, que en la novela adquiere un carácter de universalidad. El rostro del supliciado es todos los rostros, su cuerpo es todos los cuerpos.
...tu cuerpo es más que eso; es la extensión del mundo vista desde una altura suprema. Nadie escapa a tu huida que todo lo congela y lo vuelve inolvidable. Tu carne, cuando yo la acaricio, sabe acoger en sí misma toda la crueldad del olvido. Por eso yo no sé cómo se llama ese hombre desnudo que atado a una estaca se somete a la vida para siempre. ¿Acaso no lo adivinas en su mirada? ¡Qué importa su nombre, si, ciega, sabré toda mi vida reconocer su carne, reconocer tu cuerpo que es el suyo! (8)

Esta integración con el todo puede traducirse como un encuentro con un dios, un espíritu supremo, cuya presencia ronda en la obra, sin ser jamás nombrada.
Al tratar de identificar el lugar que ocupa la mujer en la novela, me di cuenta que analizar este aspecto de la manera tradicional resultaba insuficiente para comprender la novela. No se trata, pues, de ubicar el papel de la mujer como estamos acostumbrados a hacerlo dentro de un ámbito social. En Farabeuf, el asunto va más allá, al grado de presentarse dualidades paralelas que en la novela resultan complementarias e integrantes de un todo en equilibrio. En el momento del orgasmo-muerte, ambos sexos se funden, desaparecen las fronteras y el ser humano alcanza su plenitud, representado por el ser andrógino antes mencionado.

IV. Perversiones sangrientas
...y una aterradora persistencia de esa imagen, como la fotografía de un hombre en el momento de la muerte o el orgasmo, se grabó en su retina ávida del color de la sangre. (9)

Más que un desprendimiento de los valores, en Farabeuf se da una perversión, o más exactamente, una transvaloración fuertemente caracterizada por la idea de que a través de la persistencia en los pensamientos y sensaciones profanos se llegar a la iluminación postrera. El cuerpo humano, considerado como algo sagrado, es objeto de caricias sangrientas, es decir, de mutilaciones con delgadas hojas de bisturí.
A lo largo de la novela se formulan preguntas que al principio aparecen oscuras, nebulosas. Lo único que permanece claro es que los personajes viven en una constante interrogación, la cual gira en torno a su propia identidad. La pregunta ha caído en el olvido, mientras que la respuesta ronda en la tabla de la ouija, en el tintineo de las monedas utilizadas en la consulta del I Ching, y se concentra en una fotografía tomada en Pekín, la cual constituye el detonante de las sensaciones que se despiertan en los personajes, y que al final determinar n la acción con que culmina la novela.
Dicha fotografía ilustra la tortura china aplicada al asesino de un noble. En medio de un público curioso, los verdugos han abierto su pecho y han dejado al aire sus costillas, para luego mutilar sus miembros. Su sangre se derrama en finos riachuelos que convergen en su sexo, escurriendo por las piernas.
Olvidada en un libro de medicina, la ilustración es localizada por una pareja de amantes, a quienes llama la atención el rostro del supliciado, que para ellos es de una belleza extraordinaria. Los ojos de la víctima representan un misterio que los envuelve a ellos mismos. En esa mirada se funden el placer y el dolor, el éxtasis que lo eleva a un grado tal, que es el único que mira hacia arriba, como si se tratara de un Cristo, mientras los demás inclinan la cabeza.
Esta imagen ha impresionado a los amantes, quienes viven recordándola a cada momento. Es así como se construye un discurso oscuro, lleno de preguntas y reiteraciones, con las que se enfatiza la obsesión de ambos por mantener la intensidad de las sensaciones provocadas por la contemplación del supliciado:
“¿Por qué?”, dijiste sin pensar que esa pregunta revelaba el misterio de nuestra existencia, dominada ya para siempre por la imagen de un criminal supliciado, cuya carne sangrienta y desgarrada era para nosotros el símbolo de una profanación exquisita. (10)

Esta intensidad llega a su punto más álgido en el momento en que los amantes deciden consumar su amor a través de la mutilación de la mujer acompañada con el coito. Este instante supremo es el que los conducirá a la respuesta tan ansiada: el sentido de su propia existencia. Es este instante el que encierra la esencia de la novela, el que sintetiza todos los elementos que se presentan en ella y los dota de sentido. Los contrarios se funden y se logra la consumación no sólo del amor de la pareja, sino que es la consumación de la misma novela.
Se ha mencionado ya la estrecha relación entre texto y cuerpo en Farabeuf. Salvador Elizondo encuentra la manera de construir con el lenguaje un juego tan complejo como es el lenguaje corporal. Pone voz a los impulsos eróticos que surgen del interior del ser humano y les da una tonalidad sado-masoquista. La novela se comporta como un cuerpo. Lo que tradicionalmente es conocido como el nudo en el relato, aquí se convierte en orgasmo, en éxtasis que se expresa en ese solo instante, y que se prolonga con los pasajes que lo acompañan, no exentos de cierta poesía. El coito final se convierte en el abrazo definitivo.

V. La contemplación
Cuando cerré los ojos la fascinación de aquella carne maldita e inmensamente bella se había apoderado de mí. (11)

Es evidente la importancia de la mirada en el proceso que se da en Farabeuf. Mientras que el lenguaje constituye un canal entre las ideas y los personajes, la mirada es el vínculo entre los personajes y la realidad. Es la visión lo que provee a éstos un sentido de identidad. De ahí la importancia del espejo:
¿Quién hubiera podido imaginarnos con tanta realidad como la que hemos podido cobrar ahora? Tanta que este espejo ha llegado a reflejarnos y en él se han encontrado nuestros rostros tantas veces. Tú recuerdas todo esto ¿no es así? Hemos jugado, innumerables veces, a encontrarnos de pronto en el espejo. Hubiéramos pasado a formar parte de una realidad ajena a nuestra vida si en verdad allí nos hubiéramos encontrado. Hemos jugado a tocar nuestros cuerpos sobre esa superficie fría, a besarnos en la imagen reflejada sin que nuestros labios se tocaran jamás. (12)

VI. Por último
El coito: “esa intervención quirúrgica que el hombre realiza en el cuerpo de la mujer”. (13)

Si bien se ha hablado en el campo de la psicología de que el miembro masculino puede, en determinadas circunstancias, convertirse en un instrumento no de amor, sino de castigo, en Farabeuf ocurre exactamente lo contrario. El bisturí, como el pene, se convierte en una herramienta no de agresión al cuerpo humano, sino de expresión de amor. Ciertamente la idea es demasiado extravagante. Resulta difícil concebir este tipo de relación amorosa como algo placentero, tanto para el “verdugo” como para la persona sujeta a la mutilación. Elizondo lo ha hecho y nos reta a recrear esa imagen y ese concepto que propone, con lo que nos hace volver sobre nuestros pasos y corregir: resulta difícil, por lo menos en lo particular, concebir, fuera de la ficción, el placer en el dolor de la mutilación. Dentro de la ficción, es decir, en la lectura de la novela, esta imagen no puede ser vista ni mirada, sino contemplada, es decir, en suspensión, como la mirada boquiabierta de un niño frente al prodigio de un espectáculo que se escapa de lo que alguna vez había concebido pero que, al mismo tiempo, estaba por concebirse. En esto reconozco una transgresión de las estructuras propias —y colectivas dentro de lo propio—, en periodo de latencia. De lo contrario, es decir, sin esta íntima semilla transgresora, sin esa imagen que, sin existir, estaba por concebirse, lo único que queda es huir, renunciar a la lectura de Farabeuf.


Notas:
(1) Elizondo, Salvador, Farabeuf, ed. por Joaquín Mortiz- SEP, primera edición, Colección Lecturas Mexicanas, número 14, México, 1985, p g. 135
(2) Cit. en La Narrativa Contemporánea, México, editorial Patria, segunda edición, 1992, tomo 2 de la colección “Clásicos de la Literatura Mexicana”, pág. 443.
(3) Elizondo, Salvador, op. cit. pág. 9 y ss.
(4) Idem, pág. 91.
(5) Idem, pág. 107.
(6) Idem, pág. 20.
(7) Idem, pág. 179.
(8) Idem, pág. 163.
(9) Idem, pág. 109.
(10) Idem, pág. 109.
(11) Idem, pág. 54.
(12) Idem, pp. 21-22.
(13) Idem, pág. 93.
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LIBRÉMONOS

Zerjei Vuvka, el saltador imbatible
Juan Luis Nutte

Escribir un libro de cuentos es proponer mundos alternativos, que se sostengan en la viveza de sus personajes, anécdotas, lenguaje y sobre todo en la forma para narrarlos de tal modo, que terminen seduciéndonos, involucrándonos en el pequeño trozo de espacio-tiempo en el que el cuentista desea meternos y arrancarnos de nuestras propias circunstancias. Así, Francisco Javier Estrada hace en este libro de relatos (Zerjei Vuvka el saltador imbatible), lo que recomienda Anderson Imbert: escribe en forma de O, no en forma de bostezo, sino de tal modo que el lector no pueda ni quiera escaparse hasta concluir la lectura. Y aún más difícil es escribir en primera persona, quizá sea más limitado el punto de vista aunque más neto y variado, sin embargo Francisco Javier Estrada se aventura con sorprendente pericia: sus personajes son sinceros, no sobreactúan… estos relatos tienen un halo de narración oral, más que para ser leídos en privado, son para compartir en voz alta. Los personajes de estos relatos, me atrevería a decir, son clara muestra de los toluqueños- con excepción de Zerjei Vuvka-, con ellos se reconstruye y se hace crónica de la provincia a partir de la vida que llevan los personajes: burócratas, parias, millonarios venidos a menos, trinqueteros, locos e incluso la misma palabra, personaje de uno de los cuentos más ambiciosos del libro, titulado La odisea. Sus personajes cínicos asumen su sino sin chistar, saben que si sufren o gozan es su destino y no hay vuelta de hoja.
Los personajes de esta colección de relatos son proclives a la ensoñación y la nostalgia; recurrentes asiduos del recuerdo, se desenvuelven a sus anchas en los espacios condicionados por su rasgo social sin lamentarse, sin resignación, todos reconocen su sitio y el ajeno. Se definen por tener o no tener, por vivir en un espacio donde la conciencia de la pérdida determina sus acciones y pensamientos.
En estos relatos se evidencia el amor a la ciudad y al ser humano. Cuentos como Sinatra y los novios son clara muestra de un relato amoroso sin llegar a lo cursi, lo principal de su asunto es la ciudad de Italia, el jazz, Sinatra y la nostalgia del primer amor con el ansia de recuperar el tiempo ido, además en él, se demuestra que el hombre enamorado puede reconciliarse con su entorno; otro cuento amoroso es el titulado Los novios, aquí Francisco Javier Estrada nos desvela que es mejor la irrealidad a lo cotidiano: el alma y la esperanza perdida de un viejo burócrata, revive gracias a un espejismo de miope: confunde a unos arbolitos con una pareja de amantes…Así, para finalizar, debo decir que los personajes de Francisco Javier Estrada iniciando por Serjei Vuvka, son saltadores de sus propios obstáculos y leyéndolo quizá aprendamos a hacer lo mismo.

Estrada, Francisco Javier. Zerjei Vuvka, el saltador imbatible, Cuadernos del borde. 2003.
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LA ROSA DE LOS VIENTOS

Diezmo
Enrique Montañez


I


Vienes del mar
mujer espuma tibia,
blanca fortaleza
de pasillos trémulos.

Llegas como el sol
despacio y a ciegas
con furia desmañanada;
doblegando mi sangre
al capricho de tu vientre
ensimismado en su caudal.

No hay noche en ti,
sólo luna donde
late tu pecho dolido,
estrellas donde tus labios
resguardan el canto sideral.

Cuerpo de arena
Todo
al que mis dedos
se aferran inocentes
con la certidumbre
del vértigo.

II


Apacible no es tu desnudez
detrás de tus poros
la tormenta golpea por salir.

Erosiona tu cuerpo
sudor sexual
en desmesura convocado,
melodía salina
de arpegios diluvianos.

Te sobreviene la calma
naufraga la agitación
de tus caderas...
palpo tus muslos lluviosos.

Tendido a tu lado
se respira la marea,
languidecente se aleja
hacia la profundidad
de su nido clitoral.


III

Inundada mi cama
de tu cuerpo
que se deshoja
con la premura
de mis caricias.

Te levantas dejando
huérfanos gemidos,
espacio caótico
de humedades
ya sin nombre.

El tiempo despierta
con tu vacío,
marca sus pasos de navaja
sobre mi pecho arrasado:
gruta ciega sin tu latir.
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EL CORREO

Derecho de réplica
Publicamos, tal cual la recibimos vía mail, la siguiente réplica:


Zacatecas, Zac., a 3 de noviembre de 2004

Estimada Kutzi:
En su texto “Las manifestaciones de la cultura vernácula” publicado el día 31 de octubre en el suplemento Trópico de Cáncer que tan atinadamente dirige y donde hace referencia a las tres reuniones realizadas en la Galería Arroyo de la Plata nos permitimos precisar lo siguiente:
1. Efectivamente se realizaron tres reuniones en la citada galería pero sólo a la primera fue invitado el Presidente Municipal de Zacatecas. En ella hubo un intercambio de ideas acerca de su proyecto cultural y, efectivamente, se habló de la obra pública en el centro histórico y sobre la iluminación de algunos edificios. Por cierto en esta reunión el edil aprovechó para presentar a quien será encargado del Departamento de Cultura del Municipio.
2. Dicha reunión se realizó a iniciativa de Cuauhtémoc Padilla Bernal y de Javier Cortés, contando con la autorización de Martín Ocampo, dueño de la galería y a quien aprovechamos para agradecer su hospitalidad.
3. Los organizadores no pensaron en la necesidad de que estuviera la prensa ya que la reunión se planeó desde un principio como una charla informal.
4. La presencia del señor Rolando Cantú se debe a su doble condición de periodista cultural y creador, como es bien sabido por usted.
3. Efectivamente en la primera reunión se consumieron tres botellas de mezcal y esto abona a la condición informal de la reunión.
4. En dicha reunión se pensó en la conveniencia de poner por escrito lo discutido en ella por lo que se programó una segunda en donde se revisó un borrador y una tercera en la que se decidió el contenido definitivo del Manifiesto publicado.
5. Se pensó, efectivamente, en la utilización de los medios impresos para dar a conocer dicho texto. La prueba es que el Manifiesto ha sido publicado en los diarios Página 24 e Imagen los días 25 de octubre y 29 de octubre, respectivamente.
6. Desde un inicio se pensó en la publicación simultánea en los tres periódicos locales el día domingo 24 de octubre, pero problemas de orden financiero no nos permitieron dicha publicación.
7. Es conveniente mencionar que el consumo de mezcal fue en descenso ya que para la tercera reunión no se consumió ninguna cantidad.
Desde la primera reunión se previó que la respuesta que tendríamos sería la descalificación. Antes de la publicación del manifiesto recibimos, vía prensa, la de la hermana del anterior alcalde donde pone en duda nuestra “autoridad moral”. En la tercera reunión recibimos la descalificación de Juan Manuel de la Rosa, a quien no le gustó el tono del texto y nos recomendó que pidiéramos ayuda profesional. Es normal que alguien mande a su hermana a defenderlo y que se defiendan privilegios duramente ganados; pero nos extraña recibir su descalificación por el hecho de no invitarla y por beber alcohol. Creemos que lo que debe juzgarse es el contenido del Manifiesto, donde creemos ser seriamente propositivos y no la forma en la que llegamos a él.
Si, como se dice vulgarmente, el Señor Rolando Cantú le contó el chisme completo, deberá estar enterada que la reunión continuó fuera de la Galería y que con entusiasmo compartimos todavía otro rato con los periodistas, locales y enviados nacionales, que llegaron casi al final de la reunión, en conocida cantina de la ciudad. Reuniones como esta son enriquecedoras y creemos que ésta no será la última y para las próximas cuente con nuestra respetuosa invitación.
Atentamente

Javier Cortés
Emilio Carrasco Gutiérrez
Luis Enrique Gutiérrez García
Armando Haro Rodríguez
Cuauhtémoc Padilla Bernal
Tarcisio Pereyra Flores
Jesús Reyes Cordero
Eduardo Román Quezada

Respuesta
Agradezco su réplica. Al igual que ustedes, creo que debe atenderse el contenido del manifiesto —ustedes dicen que éste debe “juzgarse”, expresión que yo cambiaría por “analizarse”—. No lo hice en mi columna pasada porque no había recibido dicho documento, el cual ya me fue enviado a petición expresa; después de una rápida lectura, lo único que puedo decir por el momento es que la redacción y el estilo pueden mejorar muchísimo. Posteriormente haré un análisis más profundo.
Nunca hice descalificaciones hacia sus esfuerzos por aportar ideas, ni porque no me hayan invitado, y mucho menos los descalificaría por beber alcohol. Si así lo pareció, no fue esa mi intención. Por otra parte, no abona a la “condición informal” de una reunión la presencia del señor Gerardo Félix en su calidad de presidente municipal, máxime cuando éste dio a conocer a la comunidad artística quién es el nuevo encargado de cultura.
Siento de ustedes cierto resquemor en su alusión al hecho de que Rolando Cantú nos haya contado “el chisme completo”, como ustedes lo llaman. Debo mencionar que los periodistas de la fuente cultural sostenemos un ambiente de unión que permite que el intercambio de información entre nosotros sea la cosa más natural del mundo. Por otra parte, lo que hayan ustedes hecho posteriormente a la reunión no lo considero de trascendencia pública, por lo que pudieron haber obviado tal punto en su réplica.
Creo que tenemos concepciones muy distintas sobre lo que es “utilizar a los medios”. Cuando les hice la invitación a ello, me refería a que se acerquen a estos espacios de que dispone la ciudadanía para expresarse y que siempre han estado abiertos, hasta donde sé. Lo más barato del mundo es descalificar el trabajo de los periodistas, como veo que hacen ustedes en su manifiesto, porque de por sí somos blanco fácil para ello; aquí lo malo es que se generaliza al gremio y juicios de tal jaez raramente son hechos con seriedad. El reto, en todo caso, es ser congruentes con sus críticas, y hago este comentario únicamente a la luz de su manifiesto.
La semana pasada dije en mi columna que en teoría, es positivo el que los artistas sean participativos dentro de una sociedad. Pero si todo esto sólo sirve para caer en las descalificaciones, más valdría quedarnos callados.
Nuevamente les reitero que el espacio está abierto a la crítica propositiva y con sustento.
Respetuosamente
Kutzi Hernández Galván.
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Por iniciar, octavo tour de cine francés


Del 15 al 21 de noviembre de 2004 se realizará el 8° Tour del Cine Francés en México, organizado en Zacatecas por Promotora Cultural de Zacatecas, en coordinación con instituciones culturales y empresas del país.
Las películas serán proyectadas en dos funciones: a las cuatro de la noche y a las nueve de la noche. La entrada tendrá un costo de 35 pesos y se venderán bonos de cien pesos por cuatro películas, con derecho a una cortesía al dos por uno. Informes a los teléfonos: (492) 92 511 93 y 92 276 48.
Gracias a la respuesta del público y a la promoción y apoyo de los medios de comunicación, este evento ha crecido de manera considerable, tanto en cantidad de espectadores, como en la calidad de las películas francesas exhibidas, las cuales se caracterizan por haber participado en festivales internacionales como: Berlín, Rotterdam y Málaga; además de contar con nominaciones en los Premios César.
La selección de películas exhibidas este año estuvo a cargo de Cinemas Nueva Era, quien logró obtener lo mejor de la producción cinematográfica francesa del último año.
El Tour dará inicio el lunes 15 de noviembre de 2004 en la Ciudad de Zacatecas, en Multimax Cinemas, con la proyección de las siguientes películas:
- 15 de noviembre: “France Boutique”, comedia dirigida por Tonie Marshall - Nominada a la mejor actriz de reparto, Judith Godrèche, en los Premios César 2004.
- 16 de noviembre: “Podium”, comedia dirigida por Yann Moix – La comedia más exitosa de Francia en el último año.
-17 de noviembre: “El Secreto del Malabar Princess”, comedia dramática dirigida por Gilles Legrand.
- 18 de noviembre: “Gran Escuela”, drama dirigido por Robert Salis – Selección oficial del Festival de Rótterdam 2004.
- 19 de noviembre: “25 Grados en Invierno”, comedia dramática dirigida por Stéphane Vuillet - Selección oficial del Festival de Berlín 2004, Premio del Jurado “Berliner Morgenpost” al mejor director en el Festival de Berlín 2004 y Selección oficial del Festival Español de Cine de Málaga 2004.
- 20 de noviembre: “Los Niños de la Lluvia”, animación dirigida por Philippe Leclerc – La mejor película animada de los últimos tiempos.
- 21 de noviembre: “París, Clara y yo”, drama romántico dirigido por Arnaud Viard.
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Perú, homenajeado en la FIL
La literatura, la cultura y el arte peruanos serán los invitados de honor a la XIX edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se celebrará del 26 de noviembre al 4 de diciembre de 2005.
El acuerdo entre el gobierno de Perú y la FIL fue firmado en el Palacio Torre Tagle por Luis Solari Tudela, vicecanciller y secretario de Relaciones Exteriores, Raúl Padilla López, presidente de la FIL, y Nubia Macías Navarro, directora general de la Feria.
“Perú es una de las más sólidas y diversas de América. Su influencia cultural en el continente, con Machu Pichu como símbolo, se extiende a través de una poderosa literatura representada por importantes escritores, desde el Inca Garcilaso de la Vega, Vallejo, Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro, quien ganó el Premio Juan Rulfo, entre otros”, dijo Raúl Padilla, presidente de la FIL.
Cristina Sánchez-Andrade, ganadora del Premio Sor Juana 2004
La escritora española Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) resultó ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004, que otorgan la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la Sogem y la Asociación de Clubes de Libro, AC. de Guadalajara. Ya no pisa la tierra tu rey es el nombre de la novela que presentó al concurso, la cual está publicada en la editorial Anagrama.
El premio Sor Juana busca la difusión de la obra de escritoras cuya lengua de expresión sea el español y consiste en cien mil pesos mexicanos, la traducción al inglés y publicación de la obra.
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Cartearte es el nombre del proyecto que Juan Manuel García Jiménez, Inti Ehekatl Magadán y Mario Adrián Magadán promueven, con el objeto de difundir la literatura. No se extrañe usted si recibe un sobre como este, cargado de poemas.
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EN ESTA ESQUINA...

Kutzi Hernández Galván
Egresada de la carrera de Letras por la UAZ. Ha publicado en El universo del búho, Lajornada Semanal y Ventana interior. ha coordinado la edición de diversos libros, como las antologías de Trópico de Cáncer. Ha obtenido tres premios de periodismo a nivel estatal. Actualmente cursa el Diplomado en Gestión Cultural, Nivel II.

Juan Luis Nutte
(1972) Realizó estudios de literatura en la UAM Iztapalapa, y cursó el diplomado en creación literaria de la SOGEM. Fundó y dirigió la revista El Castillo, y actualmente participa en el consejo editorial de la revista Cuiria.

Salf
Equilibrista entre los asuntos mundanos que la cotidianidad reclama y el ludismo de sus dibujos, Salf toca en un grupo de rock con especial fruición, a la vez que escribe sobre el tema con igual deleite.

Enrique Montañez
(Monterrey, 1973) Egresado de la carrera de Letras Hispánicas por la UAM. Fundador y director de la revista literaria Cuiria. Ha publicado en diversas revistas; participante en el Festival Internacional de Cuento Breve y en diversas mesas redondas sobre literatura.