jueves, marzo 17, 2005

No. 243. 27 de Febrero de 2005

Lo que destruye a las familias es la homofobia, no la homosexualidad
Eric Augusto De la Rosa Priego *


La discriminación en cualquiera de sus formas es una práctica no aceptable desde cualquier punto de vista: filosófico, político, religioso. Discriminar, en la acepción a la que hacemos referencia es, según el Diccionario de la Lengua Española: “dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”. En ese ambiguo etcétera se encuentran los motivos sexuales y de género.
La discusión sobre el género es muy álgida. Los lingüistas reconocen sólo dos géneros: masculino y femenino. Sin embargo, después del derrumbe de las tradicionales actitudes machistas, en la búsqueda de la construcción de una nueva femineidad, ha salido a la luz la necesidad de buscar también una nueva masculinidad. El asunto es tan complicado que para comenzar un consenso (al fin y al cabo todo asunto que hoy se acepta como verdadero proviene de un consenso entre especialistas), los términos se han pluralizado: se habla de las femineidades y las masculinidades. (1)
Lo sexual es otro asunto. El ejercicio de la actividad sexual la reconocemos como sexualidad, para diferenciarla de la palabra sexo que denota, más que la actividad, la parte fisiológica del ser humano. Sexos, como los géneros de los lingüistas, sólo dos: varón y mujer. Sexualidades, es otra historia: heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad… La palabra homosexualismo, además de no existir, marca la idea de que fuera un -ismo, es decir una tendencia o corriente a la que uno se adhiere voluntariamente, por moda o por identificación de otra índole.
Cualquier persona homosexual notará la falsedad en esta idea. Un@ no se hace homosexual. No es una elección, ni tampoco es algo que se la haya pegado a un@ por juntarse con otr@ homosexual. Cada vez hay más evidencia científica que apoya la percepción que tenemos l@s homosexuales sobre el origen de nuestra orientación sexual. Así mismo, la homosexualidad no se padece, no es ninguna enfermedad, no se quita, no desaparece con medicamentos o terapias. Es una condición inherente a la persona. Como tal puede ser sublimada o reprimida (con sus respectivas consecuencias sobre la personalidad), pero no eliminada. Lo mismo se puede decir de cualquier otra forma de ejercicio de la sexualidad.
Lo que sí padecemos l@s homosexuales son las acciones de las personas que padecen homofobia. La manera en que se acuñó el término es una aberración, (2) sin embargo denota algo muy concreto: el miedo irracional a las personas homosexuales. En tanto miedo irracional, es decir fobia, éste sí que es considerado una enfermedad. Cualquier psicólogo lo sabe. Como enfermedad puede tener muchos niveles. La campaña que ha comenzado la CONAPRED contra la homofobia pretende hacernos conscientes de su existencia y, esperemos, que algunas personas con padecimiento leve hagan lo posible por superarlo.
Me atrevo a asegurar que la mayoría de l@s homosexuales que hemos asumido nuestra orientación sexual (que no preferencia, puesto que no es una elección) hemos conocido personas, amigos o familiares, que en un principio nos manifestaron un rechazo abierto pero que con el tiempo, las muestras mutuas de respeto y el trato cotidiano, lo superaron y ahora nos aceptan como seres humanos, con todo lo que ello implica: valores, dignidad y derechos.

El escudo de la tradición y la moral
Escudarse en algo tan abstracto como la tradición para justificar las actitudes homofóbicas es un sinsentido. Cualquier etnólogo o sociólogo puede afirmar sin ningún temor que las tradiciones no son un conglomerado de actitudes y conceptos inmutables. La tradición es un ente vivo y cambiante, es una idea perceptible para cualquier persona con sentido común (el menos común de los sentidos, desgraciadamente).
Si asumimos que la tradición es inmutable, podríamos golpear a las mujeres y negarles el derecho al voto, no permitirles a los miembros de comunidades indígenas el acceso a los templos puesto que en la tradición de inicios de la colonia eran concebidos como seres sin alma,(3) tema en torno al cual también se discutió sobre las mujeres.
Si hemos podido cambiar nuestro punto de vista hacia las mujeres, los indígenas, los negros y en general, a todo ser humano que es distinto ¿por qué no va a ser posible cambiar la actitud hacia todos aquell@s que tienen una sexualidad diferente a la nuestra?
Tampoco nos podemos esconder en la Moral para rechazar a l@s homosexuales. Según Kant, (4) lo moral tiene que ver con la actuación por deber. La actuación por inclinación o por contingencias temporales o espaciales no tiene nada que ver con la moral. Tanto el ejercicio de la homosexualidad (determinada, no por elección) como la homofobia (por enfermedad) son actuaciones que podemos clasificar como por inclinación. El deber entra aquí en que cualquier persona que ejerza una sexualidad diferente a la nuestra debe ser reconocida como un ser humano.
El mismo Kant plantea que para saber si estoy actuando por deber, debo preguntarme si la idea en la que me baso puede convertirse en ley universal. El dar derecho a discriminar a alguien porque es diferente, supone que también le da derecho universal a otros de que me discriminen a mí. Además, como hay otras sociedades que en su seno han aceptado sin problemas la homosexualidad, tampoco pretender discriminar sólo a los homosexuales puede creerse que sea una ley universal.
Sin tener que recurrir a ejemplos muy lejanos, como el berdaje entre los indígenas norteamericanos, actualmente en Juchitán, Oaxaca, para las familias es un don divino tener un hijo homosexual, un muxe, puesto que los demás hijos se irán a atender a sus descendientes y el muxe se quedará a cuidar de lo padres. Les dan reconocimiento social y obligaciones, sí, pero también les dan una serie de derechos que no exploraremos aquí para no extendernos demasiado.

La familia. La religión
Enarbolar la bandera de la familia para permitirnos seguir siendo homofóbicos tampoco es un argumento sólido. El hecho de que algún miembro de la familia sea homosexual no quiere decir que la familia tenga que verse amenazada. Muchos somos los homosexuales que, por diferentes razones, habiendo revelado nuestra orientación a nuestros parientes, seguimos viviendo una relación familiar, lo más sana que permite nuestra sociedad actual.
Cuando una familia con un miembro homosexual se ve amenazada es porque alguna de las figuras que ejercen el poder padece niveles altos de homofobia. Ya sea que se culpe a la pareja, a su parentela, a los amigos o se corra al hij@ de la casa, el atentado contra la familia lo está ejerciendo el homofóbico, nadie más.
El promover la integración de los miembros homosexuales a sus respectivos núcleos familiares significa promover una serie de valores y derechos que le son caros a cualquier sociedad que se presuma de democrática, incluyente y laica. Valores como la tolerancia, el respeto, el derecho a una sexualidad, al desarrollo integral de la persona, por señalar los que son más obvios, son algunos de los que se puede distinguir que promueven las instituciones involucradas en la lucha contra la homofobia.
El hacer a la homosexualidad un tema público representa un problema para algunos sectores docentes y de padres de familia. Pero el problema es más por falta de información, falta de preparación y/o cobardía de tratar algunos temas. Tal como lo trató hace algunos años el Episcopado mexicano en su campaña para que dentro de las familias el tema sexual dejara de ser tabú y se tratara como lo que es, estos grupos sociales incapaces de ver la necesidad de abordar el tema vuelven a protestar. Ni la campaña del Episcopado ni la que existe hoy contra la homofobia indica que deban renunciar a su posición religiosa en torno al tema sexual.
Yendo hacia el aspecto religioso, si asumimos que la mayoría de la población del estado de Zacatecas tiene una denominación católica, hay que revisar la última versión del canon católico. En ella se reconoce que el homosexual no lo es por elección y que ser homosexual no es un pecado en sí, sino lo es el ejercerlo. Aunque resulte un tanto contradictoria esta posición, llama más al respeto, al derecho a la búsqueda de una integridad personal, aunque se nos llame a l@s homosexuales a la castidad. Evidente para cualquiera resulta que esta posición es aún de más avanzada que la que algunas personas e “instituciones” emiten, desgarrándose las vestiduras. Estos grupos más de una vez han metido a la Iglesia Católica en problemas, teniendo ésta que emitir desmentidos (revísese los casos Pro Vida, entre otros).
En el ámbito religioso, no todas las denominaciones religiosas tienen una posición en contra de la homosexualidad. Algunas iglesias cristianas aceptan como válidas estas formas de ejercicio de la sexualidad. Incluso dentro de la católica hay muchos grupos y teólogos de importancia que no comparten la visión oficial. Ejemplo de ello es el destacado filósofo Hans Kühn, importante figura contemporánea en la conformación de una nueva ética planetaria incluyente.

El ámbito político
Creer que la sociedad zacatecana no está preparada para enfrentar la homofobia es desconocer la historia local. Zacatecas ha tenido más bien una tendencia política liberal. Los políticos que la rechazan están traicionando el espíritu de la Constitución Política del estado. Bueno sería que en vez de rechazar campañas que tratan de mejorar la salud mental de nuestra sociedad, se pusieran a trabajar a favor de ella, al menos emitiendo una ley como la de los Derechos Sexuales que existe en el DF. En ella se reconocen las diferentes orientaciones sexuales y el derecho a sus expresiones en público. Por ello, cualquier pareja tiene la posibilidad de andar por la ciudad vestid@ como quiera, de la mano o abrazad@ de la persona que ama y si lo desea, besarla. Incluso a los heterosexuales se les pide que todo lo demás que tiene que ver con la relación amorosa y/o sexual se lleve a cabo en lugares privados.
Cuando la licenciada Magdalena Núñez Monreal fue electa como presidente municipal de la capital del estado, aseguró a la comunidad gay de Zacatecas que se respetaría el derecho a la libre circulación, por lo que los travestidos tendrían la posibilidad de ejercer ese derecho, con la indumentaria que eligieran. Muy aparte de que travestido no es igual que homosexual (e igual que homosexual no significa pederasta), estamos de acuerdo que algunos de ellos al circular por la calle puedan ser un atentado a la estética, pero no un atentado a valores morales.
Aquí cabe también hacer un llamado a la comunidad gay local. Hay que tomar la iniciativa para llevar a cabo acciones como que se emita en el estado una ley de derechos sexuales, no basta con organizar fiestecitas o tener lugares que podamos llamar propios. El dinero gay ha sido reconocido por su importancia. Al no tener que criar una familia, hay más dinero para gastar en otras cosas no indispensables. En él han puesto el ojo muchos empresarios. Con él se puede ejercer poder. ¿Qué empresa que quiera nuestro dinero pero que no esté dispuesto a respetarnos, ni darnos un servicio digno, puede resistir el embate de un boicot? ¿Qué otros alcances pueden tener los boicots a otros tipos de instituciones: partidos políticos, hospitales privados, etc.?

Homofobia y sida
Las primeras percepciones sobre el síndrome de inmunodeficiencia adquirida en la historia la señalaron como una enfermedad propia de homosexuales. Llegó a ser llamada en sus inicios como el cáncer rosa. Sin embargo, pese a que se propagara en un principio notoriamente entre la comunidad homosexual masculina de los Estados Unidos de América, hoy día la pandemia tiene alcances a todos los niveles de la sociedad. Falta mucho por hacer para contener esta enfermedad. Entre otras cosas, abordar el tema abiertamente, con todas sus consecuencias.
El hecho de que fuera considerada enfermedad de homosexuales ha creado un estigma negativo similar para las personas que viven con VIH/sida. La sociedad tiende a rechazarlas, a manifestarles fobia, tanto si son varones o mujeres, adultos o niños. El pánico viene, como bien demostrado está, en la falta de información. Las precauciones universales con las que se debe tratar a cualquier enfermo no difieren mayormente de aquellas con las que se trata a un paciente de VIH/sida. Las formas de contagio han sido identificadas claramente y la persona que se sabe portador del virus, de lo primero que aprende es a saber cómo evitar contagiar a los demás.
Liberar del estigma negativo a las personas que viven con VIH/sida tiene que pasar por hablar de sexualidad. Si alguien no puede hablar libremente de su sexualidad, es difícil que también pueda abordar el problema de la enfermedad. El reconocer en el seno familiar que hay diversas formas de ejercicio de la sexualidad y que es un tema que se puede hablar libremente, permitirá un ejercicio más responsable de la sexualidad.
Cualquier expresión social que se vea limitada o bloqueada, encuentra formas subrepticias para llevarse a cabo. La homosexualidad, atacada por posiciones homofóbicas, ha tenido que ejercerse muchas veces en condiciones insalubres y de manera irresponsable. El reconocimiento social de la homosexualidad, si bien puede que produzca un temido ejercicio desbocado, la información en la familia y en la escuela sobre el ejercicio responsable de la sexualidad puede llevar a evitar la expansión de estas prácticas y del VIH/sida, así como de otras enfermedades de transmisión sexual.
Como se ve, para poder educar sobre un tema, hay que abordarlo en toda su complejidad. Hablar de la prevención del VIH/sida, requiere de reconocer las actividades sexuales cuya práctica puede conllevar un mayor riesgo de contagio.

Identidad y ciudadanía
La persona homosexual es un hecho irrefutable en la historia de la humanidad. El reconocimiento en nuestra sociedad de la identidad homosexual es otra historia. Fundar una identidad en la persona requiere que el actor disfrute de un reconocimiento del otro, lo que se llama reconocimiento intersubjetivo. (5) En nuestra sociedad meritocrática, en la que lo que da identidad son los logros económicos o laborales, parece que la adolescencia se está prolongando notoriamente porque el acceder a una identidad adulta requiere el haber hecho algo para lo cual se requiere una etapa de preparación cada vez mayor.
De la misma manera, aquellos que acusan a l@s homosexuales de una “infancia prolongada”, de una falta de madurez en su actuación, deberían de pensar si esta forma de actuar no es provocada por la negativa que le dan a tener una identidad propia. Aunque esta forma de actuar, señalada por la palabra gay con la que se nos señala,(6) se haya convertido en “marca de grupo” y forma de combate, la mayoría de l@s homosexuales que han logrado el reconocimiento de su sexualidad en sus centros de trabajo, familias y grupos sociales no suelen presentar esta actitud de una manera tan marcada, aunque hará falta un estudio profundo de cómo se dé este fenómeno en Zacatecas. Tampoco vamos a entrar a discutir la percepción de el homosexual afeminado y la lesbiana masculina. L@s homosexuales actuamos de muy diversas maneras, desde lo hiper masculino hasta lo más femenino, en ambos géneros.
Como ciudad barroca y latinoamericana, nuestra estructura social no ha cambiado desde la colonia lo suficiente, debido entre otras cosas, a una capa de la sociedad que se erige como dueña de la palabra. Son los administradores, educadores, profesionales, políticos e intelectuales que actúan al servicio del poder. Utilizan un lenguaje doble: uno para comportarse cotidianamente y el otro para sus labores. Este segundo lenguaje crea una barrera entre el pueblo y los poderosos. Sirven a estos últimos. Niegan el derecho a la palabra, o sea, el derecho a la ciudadanía a quienes ellos consideran adecuado y de la manera en que consideran sirve a los intereses de sus empleadores. A este grupo de personas Ángel Rama dio el nombre de la ciudad letrada. (7) No es de extrañar entonces que aquellos que se escandalizan por acciones como la que ha emprendido la CONAPRED sean miembros de este grupo social. Controlan en buena parte los medios y a través de ellos pretenden manipular la opinión pública, sin pretender ni siquiera oírla, en pos de servir a los grupos de poder. Todavía tienen el descaro de decir en público que pretenden que las cosas no evolucionen.
Desgraciadamente para ellos, en toda Latinoamérica se han venido desarrollando movimientos sociales que pretenden dar voz a los sin voz. Es parte de la explicación del por qué del éxito del movimiento zapatista a nivel mundial. Un hombre con gran dominio de la palabra, el sub Marcos, ha sido puesto al frente de un grupo heterogéneo de personas a las que se les ha negado el derecho a la voz y a la ciudadanía plena: indígenas, mujeres, homosexuales…
La ciudadanía no se conforma solamente por el tener el derecho a una nacionalidad ni a emitir votos. La ciudadanía es un entramado de derechos y obligaciones que va más allá de eso y para lo cual el tener una voz, el ser escuchados y reconocidos, se vuelve algo indispensable.
Desechemos de una vez por todas la idea de que los diputados o senadores han sido elegidos para darnos voz. Cada vez nos va quedando más claro que sus actos están motivados por otros principios, además de que nunca nos consultan nada que nos afecte a todos por igual. Eso sí, cuando se trata de defender los derechos de alguna minoría, pretenden ocultarse detrás de una incultura propiciada por ellos mismos, apelando a las consultas ciudadanas para seguir afectando a la minoría. Los derechos no se consultan.

A manera de conclusión
El derecho a una identidad, el derecho a la plena ciudadanía con sus obligaciones y derechos, son parte de un movimiento político y social necesario en la comunidad gay (y de toda la sociedad) de Zacatecas y del país. La lucha contra la homofobia es, en principio una lucha por la salud mental de la población que redundará en una mejor relación social y de respeto a todos sus integrantes. Si aceptáramos que México no está aún preparado para abordar temas como la homosexualidad o la homofobia, la respuesta no es negar que existen ni atacar las acciones que los tocan. La respuesta está en emprender acciones que hagan que nuestro país esté preparado para abordarlos. Si nos asumimos como una sociedad democrática e incluyente, debemos estar preparados para darle reconocimiento a todas aquellas expresiones sociales en todos los ámbitos y reconocer el derecho de las minorías.
Si alguien, hoy día, se mete a político con afanes personales y no contempla esto, no es político. Si acaso negociará con las leyes. Si alguien se asume como comunicador y deforma esta visión, está atentando contra la visión democrática y nos falta el respeto a tod@s. En suma, el problema no es de tradiciones, ni de valores familiares, ni religioso en una sociedad laica. El problema es de formación de políticos, comunicadores, educadores y padres de familia. El problema es de educación, algo que la ciudad letrada pretende negar a la mayoría de la población en pos conservar sus prebendas y mantener y servir a una estructura de poder que nada tiene que ver con el ciudadano común.
Hay que aplaudir acciones como las de la CONAPRED contra la homofobia, brindarles el apoyo con todo lo que ello significa, pues movilizan a muchos grupos sociales a abordar el tema, liberando a la sociedad de creencias infundadas y brindándoles la oportunidad de mejorar su salud mental y sus relaciones, familiares y sociales. Pero ya ven, nunca falta un negrito en el arroz…
(Quiero aclarar que cada vez que se nombra homosexual en el texto, mentalmente estoy haciendo referencia tanto a homosexuales varones como lesbianas, así como bisexuales, transexuales y transgéneros. El uso de sólo una palabra tiene una doble razón de ser: primero, porque la representación social suele englobar a todas estas expresiones de la sexualidad bajo ese concepto; y, segundo: por ser más práctico así en el ejercicio de la redacción. Disculpas adelantadas a cualquier persona que ejerza estas formas de sexualidad y se haya sentido excluido. No fue mi intención.)
Correo electrónico: xmenfan3000@yahoo.com

NOTAS:
(1) Existe una amplia bibliografía que trata el asunto, accesible en una librería seria.
(2) La palabra homofobia tendría como raíces homo, igual, y fobos, miedo. Literalmente sería miedo a lo igual. Es por eso que el término es aberrante, aunque el concepto al que alude es preciso.
(3) Para una muestra de las consecuencias de este pensamiento, véase la película La Misión.
(4) Kant, E.: Fundamentación a la metafísica de las costumbres. México, Ed. Porrúa, Colección “Sepan cuántos…” núm. 212
(5) Gimenez, G.(1996):La identidad social o el retorno del sujeto en sociología, en “Identidad: análisis y teoría, simbolismo, sociedades complejas, nacionalismo y etnicidad”, L. I Méndez y Mercado (coord.). México, , UNAM
(6) Gay, literalmente significa alegre. El término se asignó a los homosexuales precisamente por dar la apariencia de estar siempre jugando y riendo, como prolongando la adolescencia.
(7) Rama, A. (2002): La ciudad letrada. 2ª ed., Hanover, Ediciones del Norte.

* Músico. Docente de la Unidad Académica de Música de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Actualmente concluye la Maestría en Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
___________

LA ROSA DE LOS VIENTOS

Poemas
Gabriela Montoya *


La meiga envuelve corazones
en trozos de roja seda
toma uno para sí
lo oprime
llora

*

En los ojos del nigromante
observo sangrar la luna
amanece
el búho dormita
él se ha marchado

*

Implacable luce la tormenta
a m a i n a
partes a buscar lo que perdiste
lo sé
regresarás empapado
con un cadáver en tus brazos

*

Quidam

Su chillido escapa
por la grieta de los tiempos
balbucea un acaso
viaje a la utopía
bendice las entrañas del que
por no matar
lo devora vivo
ahoga los maderos
en el fuego de la bestia
aúlla en el umbral
y perece
por la risa del Dios Piedra

* Lic. en Derecho, coordinó la revista estudiantil El vuelo del búho. Fue integrante del taller de creación y crítica literaria de la UAZ, coordinado por Juan José Macías.