sábado, abril 30, 2005

No. 250. Edición Especial.

La línea fue: que no había línea

Adiós al Trópico de Kutzi

Gerardo de Ávila González*

La de hoy, es la última edición del Trópico de Cáncer. Con la edición No. 250, este día llega a su fin el suplemento cultural que por espacio de 5 años ininterrumpidos, intentó darle a la cultura zacatecana el lugar que merece. Hoy le decimos adiós al Trópico de Kutzi. Hoy le decimos a Kutzi: gracias por no abandonar el barco antes de tiempo. Gracias por sus noches de desvelo.
En cinco años de trabajo fino y arduo de su coordinadora, Kutzi Hernández Galván; las dificultades no faltaron, pero siempre fue más grande la voluntad de la también editora para vencer las adversidades, en una y otra vez.
La línea editorial siempre fue: “que nunca hubo línea”. La coordinadora y editora del suplemento Trópico de Cáncer, nuestra compañera Kutzi, lo puede testificar o desmentir, si así fue el caso.
Cómo no recordar aquellos primeros números del Suplemento Cultural del Trópico de Cáncer, que como Director del medio, no terminaban de convencerme. Cómo no recordar aquellos primeros intercambios, aquellas discusiones, para ofrecer un Suplemento Cultural mejor, digno para quienes saben y hacen cultura. Cómo no olvidar aquellos primeros desencuentros porque la coordinadora y editora no lograba entregar en tiempo y forma el Suplemento.
Desde aquí, hoy también damos las gracias a quienes conformaron el Consejo Editorial del Suplemento Cultural Trópico de Cáncer. Mi enorme gratitud a todos. Mi reconocimiento, porque todos, son y serán siempre gente calificada, que sabe valorar este tipo de esfuerzo editorial. Mi infinito aprecio a su ardua labor de promover la cultura en cualquiera de sus manifestaciones.
A los colaboradores del Suplemento Cultural Trópico de Cáncer les digo: mil gracias y siempre les estaremos eternamente agradecidos, porque reconocemos que sus participaciones fueron siempre bajo sus propios tiempos, pero sobre todo, bajo sus propios recursos. Por ello, estamos en deuda con ustedes.
A nuestro lectores, les decimos que hoy dice adiós el Trópico de Kutzi, pero también les anunciamos que haremos un alto en el camino para replantear el nuevo proyecto editorial cultural que se avecina. Ya estamos trabajando en él. Llevará, espero, no mucho tiempo. Pero una cosa sí les adelantamos: no verá la luz antes, pero tampoco después, porque precisamente estamos dándole forma y vida al nuevo Suplemento Cultural de El Sol de Zacatecas.
Sólo queda espacio para decirle nuevamente a Kutzi Hernández Galván: mil gracias por su tiempo, mil gracias por su talento, mil gracias por involucrar a este servidor en el maravilloso mundo de la cultura; le costó trabajo, admito, pero lo logró. Hoy más que nunca, Kutzi, valoro su trabajo, hoy más que nunca valoro y siento la cultura; hoy más que nunca, siento un compromiso con la gente que hace cultura en Zacatecas. Hoy reconozco que pueblo, gobierno y medios de comunicación seguimos teniendo una enorme deuda con la cultura en general, pero en especial con la cultura zacatecana. Son tiempos de que todos le abonemos a esa deuda.
Kutzi, éxito en sus nuevos proyectos, se lo merece y se lo ha ganado. Por el Suplemento Cultural Trópico de Cáncer, como Director de El Sol de Zacatecas, le estaré profundamente agradecido, porque ha contribuido, sin darse cuenta, a mi crecimiento. Adiós mi Trópico de Kutzi.

*Director de El Sol de Zacatecas
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Trópico de Cáncer: los autores

Kutzi Hernández Galván

Hubiésemos querido brindar un informe mucho más pormenorizado sobre lo publicado durante 5 años consecutivos en Trópico de Cáncer. El poco tiempo disponible sólo nos ha permitido ofrecer la siguiente relación de autores, cuya aparición en esta lista se apega estrictamente a un orden cronológico.
En vista de lo anterior, decidimos hacer una división por disciplinas; hay autores que reincidieron en la publicación de sus textos dentro del mismo género, pero cuyo nombre aparece aquí sólo una vez. Algunos exploraron varias expresiones, según veremos. La relación de autores gráficos se limita únicamente a enumerar a colaboradores, si bien el repertorio gráfico publicado en Trópico de Cáncer es mucho más amplio; la falta de tiempo nos impidió hacer una relación más profunda.
En cuanto toca al resto del inventario, la mayoría de los aquí mencionados son colaboradores que se acercaron a este suplemento o bien, fueron invitados a participar. De antemano, muchas gracias a todas ellas y ellos. Para muchos, no era la primera vez que publicaban; para otros tantos, sí.
Un porcentaje mínimo corresponde a autores de otras latitudes —e incluso de otras épocas— cuyos textos en un momento dado fueron considerados pertinentes para esta publicación.

Gráfica:
Manuel Padilla
Jael Alvarado
Catarino del Hoyo
Fernando Jiménez Luévano
Emilio Carrasco
Taller de Apoyo Gráfico de Pedro Ascencio
Gerardo Padilla
Plinio
Armando Haro Márquez
Martín Letechipía
Roberto Rivera
Kutzi Hernández Galván
Óscar Édgar López

Fotografía:
Víctor Bañuelos Kuang
Eduardo Bonilla
Karina Moreno
Javier Ponce
Ricardo “Zank” Reyes.
Eric Nava Muñoz
Luis Félix Mayorga
Antonio Tovar Aguilar
Marcela Villa
Eduardo Román Quezada
José Campos Villegas
Kutzi Hernández Galván
Jorge Rivera
Eliezer Name
Rogelio Martínez
Cuauhtémoc Padilla
Ángeles de la O
Revista Cuartoscuro

Poesía:
Pável Grushkó
Javier Acosta
Eduardo Arellano
Enrique Morales López
Efrén Alfonso García Botello
Antonio Reyes Cortés
Jorge Salmón
Carlos Alberto Hinojosa
J. C. Mireles Charles
Roberto Cabral del Hoyo
Carlos Pellicer
Veremundo Carrillo Trujillo
Rubén Bonifaz Nuño
Uriel Sánchez
Ricardo Barajas Pro
Jaime Obispo
Guadalupe Dávalos
Francis Mestries
Darío
José María Facha
Juan Manuel García Jiménez
Alejandro Zapa
Luz María González
Felipe Ponce
Luis Armenta Malpica
Simitrio Quezada
Lázaro Méndez Alpízar
Eduardo Lizalde
Michelle Novros
Rubén Alfonso Dávila Macías
Marco Tulio Lailson
Sergio Mondragón
Francisco Segovia
Indran Amirthanayagam
José Ángel Rendón
Elodia Lara Barrios
Jesús Tafoya
Claudia Rodarte
José Emilio Pacheco
Arturo Trejo Villafuerte
María Gabriela Montoya
Efraín Gutiérrez de la Isla
Óscar Wong
Mauricio Moncada León
Juan Antonio Caldera Rodríguez
Dionicio Morales
Carmen Nozal
Kutzi Hernández Galván
Luis Tiscareño
Manuel Calvillo
Diego Muzzio
Sergio Negrete
Salvador Dalí
Fernando Pessoa
Jair Cortés
Guillermo Velázquez
Álvaro Solís
Ricardo Avilés Espejel
Claudina Domingo
Benjamín Morquecho
Jesús Vicente García
Pablo Ignacio Benítez
Enrique Montañez
Juan Arturo Terán y Mendoza
Adriana Jaques
Guillermo Rubio Belmonte
Félix Ibrahim Martínez

Narrativa:
Juan Carlos Pinto
Simitrio Quezada
Alan Miguel Valdez Juárez
Oscar Édgar López Martínez
Juan Luis Nutte
Pilar Alba
José Carlos Mireles Charles
Alma Rita Díaz
Carlos Alberto Hinojosa
Tryno Maldonado
Leobardo Villegas Mariscal
Caamaño Carbajal
Lilia Delgado
Manuel Iván Ramos Montes
Alba Amaranta Hernández Martínez
Lauro Federico Maldonado De la Torre
Pedro Villarreal
José Luis Salas Romo
Aída Janet López González
Juan R. Reyes Juárez
Alberto Huerta y Pilar Alba
Margarita Carvajal Pradas
Humberto Márquez Covarrubias
Kutzi Hernández Galván
Iván Vladimir Reyna Guzmán
César Darío Menchaca
Andrés Briseño Hernández
Felipe Andrade Haro
Antonio Reyes Cortés
Jesús Vargas Salazar
Enrique Morales López
Brenda Ortiz Coss
Efraín Aguilar Hernández
Raúl Tortolero
Juan Manuel García Jiménez
Rafael Novella Guerrero
Vicente Carrasco Gutiérrez
Ada Priego Robles
Virginia Alejandra Salmón Gamboa
Juan José Romero
Gabriel Andrade Haro
Violeta Salmón Gamboa
Carolina Acosta Escareño
Javier Jáuregui Ocampo
Leonardo Carreón Meza
Mauricio Moncada León
Guillermo Nelson Guzmán
Víctor Infante Zamora
María Teresa Velázquez
Abel García Guisar
Liliana Espinosa Núñez
Daniela Ramírez Herrera
Evangelina Terán
Amparo Dávila
Eusebio Ruvalcaba
Oliver Eduardo López Martínez
Sergio Alejandro Aguillón Mata
Víctor Infante Zamora
Georgina González Infante
Juárez Flores
Yolanda Alonso Acevedo
Armando Haro Márquez
Guadalupe Franco Zesati
Francisco Lauro García Monterrubio
Filiberto Soto Solís
Enrique Montañez
Félix Ibrahim Martínez Oliva
Elías Rock

Artículo:
Enrique Salinas
Kutzi Hernández Galván
Alma Rita Díaz
Marco Flores
Sigifredo Esquivel
Ernesto Juárez Frías
Jovita Aguilar
Efrén Alfonso García Botello
Eduardo Cardoso Pérez
Víctor del Real
Víctor Hugo Rodríguez Bécquer
Veremundo Carrillo Trujillo
Sonia Aguirre
Felipe Gallardo Mora
David Gutiérrez Fuentes
Fernando Martínez Ramírez
Efraín Gutiérrez De la Isla
Cynthia García Bañuelos
Juan Barja
Juan Horacio Garibay
Sergio Espinosa Proa
Rolando Alvarado Flores
Mauricio Moncada León
Emiliano Garibaldi Toledo
Juan Carlos Pinto Márquez
Pável Grushkó
Judith Navarro
Sergio Alejandro Aguillón Mata
Eric De la Rosa Priego
Claudia Solís Andrade
Rita Patricia Briseño
Juan Antonio Caldera Rodríguez
Armando Haro Márquez
Óscar Wong
Manuel Felguérez
Ernest Rehder
Alicia Basarte Martínez
Javier Acosta Escareño
María Gabriela Montoya
Antonio Castañeda
Ignacio Betancourt
Christian
Antonio Luque
Nellie Zaragoza
Anne Leyniers
Graciela Albert
Verónica Morúa
Jorge Salmón
Manuel Ignacio Díaz Cervantes
Marta Acevedo
Marlene De la Torre Vargas
Arturo Burnes Ortiz
Ángel Caamaño Carbajal
Verónica Sofía Treviño Saucedo
Jaime Robledo Martínez
Felipe Reyes Romo
Limonar Soto Salazar
Luis Díaz Santana
Hugo Ibarra
Juan José Romero
Mara Lioba y Margarita Carvajal
Carlos Ulises Girón Sifuentes
Julio Aguilar
Mariana Terán
Juan Francisco Valerio Quintero
Ramón Bonfil Castro
Nadia Talamantes
Vicente Flores Arias
Juan Manuel Gómez
Luis de Tavira
Eusebio Ruvalcaba
Sonia Medrano
Simitrio Quezada
Elena Poniatowska
Fausto
Benjamín Morquecho
Angélica Aguilera
Marco Tulio Lailson
Ana Isabel Pérez Gavilán
Pedro Cabrera
Teresa del Conde
Marcela Suárez Essport
Víctor Roura
Armando Casas
Isela Sánchez Valadez
Miguel Ángel Priego
Sergio Ortiz Hernan
Julian Barnes
Martín Letechipía
Óliver Eduardo López
Juan Gerardo Aguilar
Marely Flores
Mónica López Velarde
Edgar Gutiérrez
Alberto Ortiz
Manuel Villagrán
Sergio Thuillier
Santiago Espinosa Malagón
Sergio de Régules
José Enciso Contreras
Claudia Gaete
Ma. del Rosario Reveles Ávila
Sol Henaro
Juan Tonda Mazón
Daniel Palestino Hernández
Iván de la Torre Cordero
Gabriel Rodríguez Piña
Indran Amirthanayagam
Alicia Sánchez Dorado
Francisco García González
Francisco Javier González Quiñones
Citlali Ferrer
José Antonio MacGregor
Ángeles de la O
Javier Baez Zacarías
Karla Emilia Cohue
Eduardo Ramírez Ortiz
Juan José Rodríguez
Ismael Dávalos
Patricia Gómez
Jesús Vicente García
Luis Enrique Gutiérrez
Jesús Tafoya
Edgar Daniel Fernández
Lorena Salas Acevedo
Rafael Toriz
Viviane Thirion
Norma Gutiérrez Hernández
Ernesto Piedras


Caricatura:

Javier Martínez Ruiz
Salf

Historieta:
Jael Alvarado Jácquez
Javier De la Torre

Entregas periódicas:
Efrén Alfonso García Botello
Víctor Hugo Rodríguez Bécquer
Kutzi Hernández Galván
Armando Haro Márquez
Sergio Espinosa Proa
Veremundo Carrillo Trujillo
Eric De la Rosa
Saúl Alfonso Hurtado Rizo
Jorge Salmón
Álvaro Díaz Huízar
Juan Manuel Gómez
Guadalupe Dávalos


Personajes homenajeados:
Ramón López Velarde
René Avilés Fabila
Friedrich Nietzsche
Julio Ruelas
Roberto Cabral del Hoyo
Jorge Ibargüengoitia
José Álvaro Ortiz Pesquera
Nazario Espinosa
Gerardo Padilla

Trópico de Cáncer: los contenidos
Dos fueron los criterios primordiales en la publicación de los materiales: calidad y oportunidad. Fueron poquísimos los textos que en su momento tuvieron que ser rechazados por falta del primer requisito. En lo que toca a la oportunidad, se prefirieron los textos que aludían a temas temporalmente vigentes, relacionados con fechas, aniversarios, sucesos en Zacatecas, en el país o en el mundo que incidían en el ámbito cultural.
Una retrospectiva de lo publicado en Trópico de Cáncer permite distinguir claramente varias etapas que se manifiestan notoriamente en la calidad de la edición y del diseño, así como en la distribución de los contenidos. En una primera etapa, por ejemplo, preferimos sacar números temáticos. Roberto Cabral del Hoyo, Jorge Ibargüengoitia, los libros, la fotografía, el fútbol, la poesía rusa, los oráculos, y temas reincidentes como el erotismo o Ramón López Velarde, fueron algunos de los tópicos que en su momento fueron centro de atención de nuestros amables colaboradores que aceptaron nuestra propuesta. En algunas ocasiones, varios de estos números especiales, incluso, surgieron a sugerencia de los colaboradores mismos; tal es el caso de los números dedicados a Friedrich Nietzsche, la guerra en Irak, Gerardo Padilla, Julio Ruelas o Nazario Espinosa.
Lo asumimos: muchos temas relevantes se quedaron afuera de nuestras páginas, y no dudamos que llegará quien en el futuro se dedique a rescatar tantas expresiones como múltiples son las facetas de nuestra cultura.
En su momento, nos tomamos la libertad de poner a Ramón López Velarde a jugar fútbol en uno de nuestros montajes; a sor Juana Inés de la Cruz vestida de bailarina hindú, danzando ritmos orientales. En lo que toca a los contenidos gráficos, así como a la crítica emitida en este suplemento, esperamos no haber ofendido a nadie, y si lo hicimos, sólo esperamos que el conservadurismo y la intolerancia hayan sido los únicos ofendidos.
Nuestra intención se ciñó a la búsqueda por proponer visiones a veces desapegadas de lo oficial, a veces preocupadas por señalar situaciones perniciosas, pero siempre en el ánimo de aportar algo a favor de una opinión pública local más informada, con más elementos de juicio, en torno a los temas propuestos.
Queremos subrayar que la suma de nuestros colaboradores, multiplicada por las circunstancias y dividida entre seis días a la semana, equivale a Trópico de Cáncer. A nosotros nos correspondió únicamente darle un orden y una coherencia periodística a los materiales publicados. En muchas ocasiones quisimos corresponder a la calidad de los textos y las ilustraciones con la calidad editorial. Muchas fueron las erratas de toda índole, las que se nos escaparon a lo largo de las dos mil y ocho páginas publicadas del 9 de abril de 2000 al 17 de abril de 2005. Con todo, esperamos haber cubierto las expectativas de nuestros lectores, así como de nuestros colaboradores, todos ellos amigos nuestros.
A todos, un agradecimiento fraternal por sus críticas, sus comentarios, sus consejos y sus porras.
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Contraofensiva en el Trópico de Cáncer

Felipe Gallardo Mora*

Revisé planos de guerra
-propios y ajenos.

Repasé en la mente callejones
subidas y bajadas,
esquinas, escaleras y balcones,
cerros, cuevas, minas –abiertas y cerradas.
honduras, salientes,
accidentes todos –campo de la última batalla.

Desempolvé las técnicas de Pánfilo y Felipe (el artillero),
pero me resultaron caducos
–el contrincante era distinto, el objetivo muy otro y mis fuerzas más suicidas que las suyas.

Descubrí que la opción debía ser menos formal y más guerrillera
–un poco anarco, un tanto violenta y hasta cierto punto insensata:
habría que dinamitar varios puentes del pasado,
un almacén de recuerdos,
y un par de bastiones de la duda.

Elegí un fin de semana sin nubes ni viento para iniciar el contra-ataque.

Va la nueva ofensiva:
(perdí la avanzada en el primer ataque –allá por la salida a Guadalupe–,
mis exploradores se perdieron en una veta y
los mejores cuadros fueron emboscados en el centro mientras
nuestro mariscal de campo caía fusilado al pie de la Bufa),
pero avancé dos centímetros cerca del Trópico.

La ciudad permanece intacta: no hay iglesia ni casona dañada.
El adversario local se resiste.

El ataque masivo apenas comienza.

* Filósofo y periodista. Subdirector de la revista El universo del búho, coordina el Departamento de Actividades Culturales de la Universidad Autónoma Metropolitana- Xochimilco.
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Jules Verne, más que un anticipador

René Avilés Fabila*

Verne es famoso en todo el mundo. Su obra, conocida bajo el título global de Viajes extraordinarios, ha sido traducida a unas noventa lenguas y, desde luego, está considerado no como el primer autor de ciencia-ficción, pero sí como el escritor que le da forma al género y lo prepara para que haya numerosos descendientes. Pese a la complejidad de sus ramas y a las implicaciones que uno puede encontrarle, Verne parece ser, como Swift, Lewis Carroll y Wilde, un narrador para el público infantil. De este modo lo ha visto Hollywood al hacer torpes e ingenuas interpretaciones fílmicas de sus novelas. En consecuencia, es difícil, al menos en México, que un adulto lo lea. Si lo leyó durante su juventud, ya no entrará en sus preferencias de hombre maduro que desechó la fantasía por considerarla inútil y algo de niños. Absurdo, pues Jules Verne, igual que los ingleses mencionados, siempre será mejor comprendido por personas de alto nivel cultural y sensibilidad. Pensemos, a modo de ejemplo, en Los quinientos millones de la Begun, donde es anticipado el fascismo hitleriano.
El autor de Veinte mil leguas de viaje submarino, aunque de apariencia sencilla, tiene un complejo mundo detrás que es difícil apreciar a los doce o quince años de edad. Bastaría leer el libro de Jean Chesnaux, Una lectura política de Julio Verne, en el que muestra a un escritor preocupado por los grandes problemas sociales de su tiempo, a un humanista, a alguien con “ecos del socialismo utópico” y no a un simple anticipador de sucesos, que, por otro lado, nada tiene de simple vislumbrar el futuro. En lo político lo hicieron Marx y Malthus; Wells en lo científico. Hazañas no fáciles de duplicar.
Es cierto, Verne predijo los viajes a la luna con más precisión que otros autores, por ejemplo que Cyrano de Bergerac con su Viaje a la Luna, publicado por vez primera en 1675, un fantástico utopista que incluso se atrevió a viajar a Los estados e imperios del Sol. Verne también, como Leonardo, pensó en el submarino. Ahora bien, no se trata únicamente de maravillarse ante sus milagrosas anticipaciones. Hay que sorprenderse con las excelencias del Verne narrador, con su prosa de cuidadosa manufactura, su habilidad para los diálogos y estructuras literarias. Por último, con el profundo conocimiento de su época e historia.
Verne nació el 28 de febrero de 1828 en Nantes. A lo largo de su vida escribió más de cien libros que no han perdido ni su valor ni su frescura. Recientemente ha sido recuperada su novela inicial, París en el siglo XX, que se creía desaparecida y que fuera rechazada por su editor y amigo Pierre-Jules Hetzel. Si Edgar Allan Poe fue capaz de jugar con el horror, Verne lo hizo con la emoción al recrear aventuras soberbias. Tendré que añadir que fue un temible crítico, capaz de satirizar a más de una venerable institución europea. Sus libros, afortunadamente, siguen vigentes por más que sus vaticinios hayan sido superados por el tiempo. Lo recomendable es rendirle a Verne el homenaje de la lectura inteligente y analítica, sin suponer equivocadamente que sólo los niños y los jóvenes pueden gozar con las novelas de los Viajes extraordinarios.

* Escritor y periodista, es autor de más de 20 libros y ha ganado el Premio Nacional de Periodismo. Dirige las revistas El universo del búho y Revista de revistas.
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Kutzi

Jorge Salmón *

A lo largo de mi vida he conocido una gran cantidad de amigos y amigas de diversas edades y dedicadas a muy diversas tareas. Pero pocas como Kutzi Hernández. Esta joven mujer trabajadora, estudiosa, tesonera, firme en sus propósitos, creativa, ágil coordinadora del suplemento cultural dominical Trópico de Cáncer de El Sol de Zacatecas, en el que muchos autores zacatecanos (y de otras partes del país) encontramos la oportunidad de difundir nuestras obras.
No me cuesta trabajo decir que Kutzi es una mujer que para aceptar publicaciones, puso un único requisito insalvable: la calidad. Se mantuvo al margen de los grupos artísticos facciosos, y alejada de las capillas, que con el tiempo se integran unas y desaparecen otras, para evitar la imposición de criterio. Fue una mujer independiente que siguió la línea editorial de su empresa, y permaneció fiel al concepto de suplemento que ella diseñó.
Kutzi es, aparte, un joven valor zacatecano: varias veces premio estatal de periodismo cultural, organizadora, desde su suplemento, del concurso de cuento corto del que publicó varios libros. Mujer de talante, siempre pensando en cumplir metas y continuar estudiando. Amistosa y agradable.
Ahora que reviso el pasado, logro recordar que en una ocasión me presentaron a Kutzi Hernández; sin embargo no recuerdo el lugar ni la fecha. Pero ello es irrelevante. Lo real es que pude iniciar, con ella de coordinadora del suplemento Trópico de Cáncer, una serie de colaboraciones y de crítica literaria realmente de gran envergadura, al grado de que uno de mis espacios, denominada TAXI CUENTO, se convirtió en un libro, por cierto prologado por la propia Kutzi, y que permanece, hasta la fecha, inédito.
Confieso que la lectura, casi obligada cada domingo del suplemento, me proporcionó momentos inolvidables. Disfruté verdaderamente al leer cada ejemplar de los que conservo una colección. Pero estoy seguro de que el haber mantenido esta publicación El Sol de Zacatecas y desde luego Kutzi, han hecho grandes contribuciones a la promoción de la lectura, porque de cualquier manera, no basta con “ver” obras plásticas, es necesario leer, aún cuando la propia Gobernadora Lic. Amalia García Medina se ha mostrado públicamente muy alarmada debido a que lo poco que leemos los zacatecanos, no es comprendido en su totalidad, para lo cual ha iniciado acciones gubernamentales tendientes a superar coordinadamente esta grave deficiencia.
Kutzi y El Sol, sin duda, han hecho una contribución inmejorable a la difusión de la cultura y de las ideas.
Estimada Kutzi, a donde quiera que vayas, llevarás el reconocimiento y el agradecimiento de muchos que como yo, leímos o colaboramos con El Tropi.
Un abrazo de tu siempre amigo.
Jorge Salmón.

* Abogado, narrador y poeta. Es autor de más de ocho libros y ha obtenido importantes reconocimientos por su obra literaria.
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Kutzi Hernández y el periodismo cultural

Sigifredo E. Marín *


A diez años de haber incursionado en el periodismo cultural, Kutzi Hernández se ha consolidado como una de las promotoras más activas de las letras zacatecanas. Desde el suplemento Trópico de Cáncer, la escritora ha auspiciado la renovación del periodismo regional. Sin lugar a dudas Trópico de Cáncer es el espacio periodístico y cultural más importante y significativo de Zacatecas; lo es por varias razones: 1). Es el único espacio de literatura con una vocación democrática y de apertura a la diversidad de voces más allá de mafias y grupúsculos intelectuales, 2). Es un mosaico que expone autores, obras y estilos heterogéneos y a veces contrapuestos, y consecuencia de los puntos anteriores, 3). Crea un panorama real de la literatura que se está escribiendo en la región de Zacatecas.
La apuesta de Kutzi Hernández radica en hacer un periodismo accesible que busque tener la calidad y el repertorio de la buena literatura. El periodismo cultural como un género híbrido quizá sea una de las posibilidades más tangibles que hoy en día permiten a los escritores difundir su obra. El riesgo que ha corrido la escritora, más allá de premios recibidos, es afirmarse como periodista en un mundo literario canibalesco. A pulso, se ha ganado el respeto por su tenacidad y trabajo constante.
La promoción y divulgación de jóvenes escritores, así como de autores consolidados, sigue siendo una tarea pendiente en nuestra región, el ejercicio periodístico que ha realizado Kutzi Hernández, desde el suplemento y desde la creación de un concurso estatal de cuentistas, fortalece un nuevo panorama literario y cultural. Asimismo, el haber alentado la crítica literaria como un ejercicio responsable y lúcido es un acierto digno de toda mención.
La creación de un periodismo cultural profesional y la democratización de medios y espacios de difusión son dos actividades que aún están en pañales en Zacatecas, en tal contexto, el trabajo realizado por Kutzi Hernández significa un logro significativo.

* Filósofo y docente de la Unidad de Psicología de la UAZ. En 2003 obtuvo una beca de la Fundación para las Letras Mexicanas.
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El ciclo del cangrejo

Veremundo Carrillo Trujillo *


Un final. Un giro. Cerca de las vetas de turquesa o chalchihuites, el sol, descolgando sobre el semidesierto zacatecano su hilo de fuego, termina su interminable viaje y da vuelta para iniciar un trayecto más. Estamos en el Trópico de Cáncer, así en la tierra como en el cielo. Estamos en la frontera de las estaciones: equinoccio de primavera; estamos en la frontera aproximada del mundo americano, más o menos entre Mesoamérica y los chichimecas, más o menos sobre la línea mágica que marca el encuentro, sobre Egipto, de Europa y África, según cálculos de José de Ribera Bernárdez. No es descabellado atribuir a nuestros desérticos tesoros subterráneos relaciones y repercusiones de dimensión mundial: el filósofo e historiador argentino Enrique Dussel, en su visita a Zacatecas hace unos veinte años, señaló el impacto del torrente de plata zacatecana sobre la modesta producción de las regiones desérticas de África, sostén y equilibrio hasta entonces de la economía mundial. Trópico de Cáncer, cambio, giro, fin y principio.

El dato geográfico nos lleva fácilmente al ámbito cultural, pasando por el “tropo” (cambio) que es el rey de la poesía, principalmente por obra y gracia de la metáfora. La denominación del Suplemento Cultural de El Sol de Zacatecas, “Trópico de Cáncer”, no fue fruto del azar. Así en las letras como en el cielo y en el suelo, hay en este punto geográfico y cronológico un giro, en cierto modo un final en el diálogo abierto hacia todo lector, espectador u oyente. Culmina una jornada del “sol infatigable”, que dijera Homero, en este caso del periódico El Sol de Zacatecas, en su esplendoroso suplemento cultural.

Es también el giro o cambio de rumbo, un final que augura otro comienzo, en la vida de Kutzi Hernández Galván, directora del “tropical” suplemento. El “Trópico de Cáncer”, tal vez con nuevo apodo, continuará su camino; Kutzi emprenderá el suyo, pero uno y otra seguirán viviendo con un nombre y un oficio renovados.

La jornada quinquenal fue rica en esfuerzos y en frutos. El periódico, que significa “camino recurrente”, tiene su propio sitio, fisonomía y objetivo dentro de la actividad de la comunicación masiva. El internet goza el privilegio de rapidez, alcance y simultaneidad, pero el periodismo ofrece estabilidad y particularidad local. El libro profundiza y perpetúa, pero la revista tiene más agilidad y más cercanía con lo contemporáneo. Cada forma tiene su campo y su ventaja, pero este “Trópico” de cinco años bien pudiera volverse libro de más de dos mil páginas, auxiliado por el recurso limitado, debido a su restringido uso, de la computadora.

No hablemos en abstracto, sino que mantengamos la atención en la despedida de este suplemento. Cumplió con creces su tarea. Dio cabida a síntesis o fragmentos de tesis profesionales, a breves pero serias investigaciones, a cuentos novedosos, a poemas de toda índole, a audaces ilustraciones, a jocosos comentarios gráficos, a oportuna y selecta información cultural. Estuvo al día y nos mantuvo al día, tanto sobre lo novísimo como sobre lo perenne. Por cultura no se entendió solamente, como es común, el espectáculo o cuando mucho el arte, sino toda manifestación de pensamiento, costumbre, tradición y belleza.

La directora que hoy termina su encomienda practicó personalmente el difícil ejercicio del la crítica a la actuación de la autoridad, crítica que es valoración objetiva, equidistante de los extremos perversos de la adulación y la condena. Fue respetuosa, clara, valiente y jovial. El “Pelícano” y la “Vaca” le prestaron disfraces festivos. No es muy frecuente actuar con semejantes criterios. Es un mérito más dentro de esta tarea de los comunicadores el orientar con sabiduría, honestidad y equilibrio. Es decir, con responsabilidad.

Me ha tocado recorrer el tramo anterior. Como parte del Consejo Editorial tuve presencia activa en el bautizo y primeros pasos de este “Trópico”. Con mucho gusto y con menos constancia tomé en mis manos la lumbre de la sección “Cómo arden las palabras”, título tomado de un verso de Dolores Castro, y que presentó a diversos escritores zacatecanos. Además, tuve la satisfacción de valorar y calificar las juveniles narraciones de los concursos organizados por el suplemento.

Tras el signo geográfico o sideral asoma en el texto periodístico el temblor humano, el propósito vital, la fuerza del cultivo y aun la veneración del culto, hasta concretarse todo en la cultura, en el zenit de la cultura que es la palabra bella. Suplemento o culminación, fue la cultura en lo más exquisito de la creación humana. Adelante Sol. Adelante, Kutzi.

* Humanista y poeta. Fundador de la Facultad de Humanidades de la UAZ, actualmente es docente universitario y titular de la Unidad de Literatura del Instituto Zacatecano de Cultura.
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Trópico de Cáncer: el lugar de la palabra

David Eduardo Rivera Salinas *

Para nadie resulta extraordinario advertir la pluralidad de voces que han escrito y suscrito en el suplemento cultural Trópico de Cáncer. Incurriría de ciego quien no advirtiese también que sus páginas resguardan una voluntad editorial bastante clara. Ambas, pluralidad y voluntad, nos permiten sospesar con criterios atentos lo que ha significado la tenaz presencia en nuestros ámbitos culturales. Quisiera subrayar también que el suplemento pertenece a una instancia mayor: el diario El Sol de Zacatecas, que durante cuarenta años ha desarrollado una actividad periodística muy respetable por cualquier recodo que se le vea.
La crítica ha sido una de las prerrogativas más bien logradas en esta apuesta editorial. A veces olvidamos que vivimos, que convivimos en una sociedad singular, la sociedad zacatecana, y que sus lectores son, sobre todo, zacatecanos. ¿Quién lee el suplemento? Los involucrados en la actividad artística, cultural, académica. Los escritores, los músicos y musicólogos; los filósofos, los estudiantes y los creadores; los talleristas, los libreros, la gente de teatro, de danza, los artesanos, los moneros. En fin, pluralidad de miradas y de ángulos, esto es, de estéticas, de generaciones, de visiones, de imaginarios, de tradiciones y de convicciones.
A la pluralidad va atada bellamente la libertad. Esa libertad “moderna” de la que Erich Fromm dijo alguna vez que tememos. Si hemos convenido en que convivimos en una sociedad singular, ahora enfatizaría el carácter, la dignidad, la apuesta por la libertad que ha tenido Trópico de Cáncer durante estos cinco años.
Sus páginas han resguardado y han hecho resplandecer a la palabra, esa arma de doble filo que suele ser siempre que se la toma como arte de la imaginación, esto es, de la entera libertad y de la crítica cabal. Su cometido ha tenido carácter de emblema porque la palabra audaz, puntual y juiciosa, signa la voluntad de querer ser en un entorno determinado, antes bienhechora que autoritaria, antes apertura que claudicación. Si la palabra por su misma naturaleza de significar las realidades todas, íntimas y externas, inmanentes y trascendentes, no hace ser humanos, aquella palabra que apunta a la libertad de crear, de sentir y de expresar las luces de la conciencia y de la imaginación se entroniza como palabra fundadora de una verdad que acaso busquemos en todas partes, y que acaso se halle en un verso, o en fábula o en un epigrama, o en algún comentario atinado o en un refrán sorpresivo...


Ciclo que se cumple —el ser humano, sus actos son ciclos— Trópico de Cáncer alcanza su carácter propio allí donde sus lectores de pronto nos hallamos con un destello de la inteligencia que nos hablaba quedamente en la conciencia, allí donde una frase despertaba la fantasía, allí donde una opinión quebrantaba nuestras sospechas de Quijotes en descampado.
Nunca una verdad estuvo más en descubierto. Si es verdad que nos toca vivir aires nuevos de justicia, de libertad y de dignidad, tiempos de avances tecnológicos y de acechanzas oprobiosas, la verdad que custodia la palabra, frente al orbe unido por las redes de la comunicación y de la cybercultura, nos exigen una también nueva sensibilidad humana. Es un renacer del hombre frente a estos caudalosos signos de los tiempos. Nuevas luces tendrá la tradición, nuevas luces la memoria de los pueblos, nueva sintaxis de signos, nuevas interpretaciones de las, otra vez, novedosas realidades virtuales y reales. Frente a todo ello queda a fiel resguardo la llama perenne de la palabra, del verbo, de logos, del pensamiento. Ya el admirado Emile Ciorán había anunciado el fin del pensamiento. Pero, ¿qué pensamiento? El que malbarata la dignidad de la naturaleza, de la vida, del arte y del hombre.
Me he convencido que de todo ello es adalid Trópico de Cáncer, porque allí donde se custodia y se esculpa la palabra, está la totalidad humana, libre de toda tiniebla y de toda tiranía.
Termino este comentario recordando aquel sinigual tratado que abrió toda una conciencia del lugar del hombre en el mundo desde el centro mismo del Renacimiento. Me refiero a la Oración por la Dignidad del Hombre, de Pico de la Mirandola, conde de la Concordia, en una de cuyas partes escribe , loando el libre arbitrio de la criatura humana:
A la postre me parece haber entendido por qué el hombre es el ser vivo más dichoso, el más digno, por ello, de admiración, y cuál es aquella condición suya que le ha caído en suerte en el conjunto del universo, capaz de despertar la envidia, no sólo de los brutos, sino de los astros, de las mismas inteligencias supramundanas. Increíble y admirable. Y ¿cómo no, si por esa condición, con todo derecho, es apellidado y reconocido el hombre como el gran milagro y animal admirable?

* Director del Instituto Zacatecano de Cultura y docente de la Maestría en Educación de la Unidad de Docencia Superior de la UAZ.
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Hoyos

Armando Haro Márquez *

Así como los agujeros de los jeans viejos, grietas o ranuras de innumerables muros, así como los agujeros blancos de las estrellas sobre el manto cósmico. Cuántas pérdidas son necesarias para darle valor a la vida, cuántas necesarias pérdidas se requieren para madurar. En silencio pensaba mientras anochecía, a lo lejos, la iluminación de las poblaciones en el valle ya estaban amaneciendo. Y ahí, en el silencio que le permitía esta distancia pensaba en que: Inmersos en su mundo los hombres hemos podido establecer al fin la posibilidad de un día permanente, de una permanente luminosidad. ¿La eternidad no es por causalidad la eternidad de un instante? Sin embargo, y en silencio quería gritar negro, deseaba lo contrario.
Al llegar a esas calles empobrecidas en que se encuentra el humano sustento, comprendió la utilidad de esta urbana vida. El espectáculo del eterno día enchinaba su piel hasta hacerle perder la memoria. Ahí, frente a la acumulación de las civilizaciones, de los conocimientos, de las tecnologías, el solitario pensador había perdido toda identidad, toda razón de existir. Sin embargo era totalmente necesario debido a su naturaleza llegar a pronunciar lo otro, llegar a conocerlo. De otra manera cómo podría aspirar a sus propios sueños. Así es como los agujeros en sus jeans eran necesarios, así como las grietas en los nuevos edificios, así como el sol sobre el manto cósmico.
Cuando finalmente pudo retroceder un poco para apreciar la pérdida que de sí mismo había hecho, al entregar de esta manera el corazón, era demasiado tarde para traerlo de vuelta. La soledad ya no era más que vacío, cuando mucho tiempo fue el terreno más fértil, en el que perfumados crecían y se maduraban los sentimientos. Su piel aún enchinada por el recuerdo comenzaba el tedioso camino de la culpabilidad, la libertad del vacío no había aún hecho en él sus efectos. La razón no es más que un sentimiento complejo que guarda el hombre en su ADN. Este ADN que le hace perder el sentido que de sí mismo debería haber guardado, pero qué más podía hacer, si en él nunca hubo corazón alguno, sólo un complejo de humanidad que difícilmente podía ser comprendido.
Frente al lecho de muerte de su amado deseo pareció ver todavía cómo el sol enardecido se iba ocultando tras una marejada de nubes tornasoladas. En este punto es que comprendió la necesidad de las pérdidas, de la realización de las admoniciones. Un lejano sentimiento de seguridad apoderándose de su pensamiento deseaba manifestarse a través de sus poros, a través de los hoyos en su carne, de los que como mucosidades iban surgiendo las palabras. Ya no sentía más la soledad, estaba finalmente saturado de una insaciable necesidad de vacío, de madurez, de sentimientos concientes, de razón.
Elogio: Dichosa soledad, silencio amado: / Páramo del amor, lugar querido; / A donde se perdió todo el cuidado, / A donde se ganó todo el sentido: / Qué áspero es tu temor quando pensado! / Qué blando es tu rigor quando advertido! / Solitária mansion, voz sin eclípses, / Ah silencio de amor, y quánto dices! (1)

(1) NIPHO, D. Francisco Mariano. “Cajón de sastre, literato, ó percha de maulero erudito”. Imprenta de Miguel Escribano 1781. Pág. 192.

* Pintor y poeta. Autor del libro Partituras, es candidato a maestro de Filosofía e Historia de las Ideas por la UAZ.
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Adiós Trópico o sobre la teoría de los torbellinos

Nadia Talamantes *


Emanuel Swedenborg, a quien debe mucho el ciego Borges, creía firmemente en un originario movimiento en espiral que generaba la realidad. Este torbellino provoca el desprendimiento de elementos que se condensan, los cuales a su vez, en su propio movimiento, forman otras realidades. Cuando se piensa un poco en ello, casi todo puede explicarse bajo las coordenadas de ese mapa.
Los días presentes, en su vorágine, han expelido a “Trópico de Cáncer” del firmamento de lo publicable. Que este suplemento se desgaje de la letra impresa es una tristeza, pero no debe leerse con drama. Por el contrario, es síntoma de que “Trópico” había llegado a su peso atómico de la mano de Kutzi Hernández, quien lo acompañó durante cinco años de apariciones semanales.
Muchas realidades nacieron de este suplemento, desprejuiciado, abierto a colaboraciones, crítico con el quehacer cultural zacatecano, potenciador de recursos materiales limitados, compañero y no rival de otras publicaciones locales ocupadas en la difusión de la cultura. Las realidades emanadas del suplemento son tan concretas como los 250 números coordinados por Hernández, recompensada con el Premio Estatal de Periodismo Cultural, frescas como las ediciones del Premio Trópico de Cáncer a la creatividad literaria, irreverentes como la columna “La vaca multicolor”, tierra nueva para los expedicionarios de la poesía como su sección “La rosa de los vientos”.
Así, realidades de una realidad que aterrizan en otras realidades: a esta publicación que sostiene entre sus manos le sobrevivirán lectores, porque fue siempre espacio generoso para todos aquellos que buscaron algo en sus páginas.
Si los suplementos se hacen, como leí una vez, para tomar el cafecito los domingos en la mañana, a partir de ahora los bebedores de café estarán algo ociosos en la Zacatecas matinal. Ya no más “Trópico de Cáncer”.
La lista ya escasa de los suplementos culturales dará de baja a un camarada joven, y se cerrará una casa que acogía tanto a plumas seguras como a plumas inseguras, pues aquí fue donde algunos nos animamos a decir algo por vez primera, sin temor a un inquisidor que rechazara nuestros textos.
Por eso da tristeza. Siento no ver más el suplemento, siento perderme su lozanía, pero confío en que lo que me pierda yo lo gane Kutzi en espacios de más crecimiento y tiempos de más proyectos. Y confío en la supervivencia de los suplementos culturales, confío en que la espiral siga moviéndose y la ciudad no se quede un domingo sin nada que acompañe el cafecito.
Adiós Trópico.

* Licenciada en Filosofía por la UAZ y candidata a Doctora en dicha materia por la Universidad de Sevilla, ha publicado en Reforma y Trópico de Cáncer.
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La crítica musical en Trópico de Cáncer

Eric De la Rosa*


Un suplemento cultural no es sólo unas cuantas hojas más que nos llenen el domingo. No es un espacio para que escriban sólo un club de amigos o sobre unos cuantos temas (aunque si se le niega la participación a alguien que nos niega el espacio en otras partes, puede ser un acto de elemental justicia).
Un suplemento cultural es una herramienta importante para cualquier pueblo que se respete a sí mismo. Debe ser cultural no sólo en cuanto a su acepción referida a las actividades artísticas, sino a la acepción sociológica más amplia del conjunto de prácticas que realizan un grupo de personas.
Trópico de Cáncer es un suplemente que ha tratado de cumplir con estas ideas. Y, aunque como colaborador me dediqué a lo mío, la música, reconozco que Kutzi, la editora, buscó dar cabida a todas las formas de cultura propias de nuestra entidad.
¿Qué importancia ha tenido este suplemento cultural para la música en Zacatecas? Yo diría que abrió un espacio a la crítica. Los textos sobre música publicados dejan ver, aunque a veces sea entre líneas, una búsqueda de mejora en el mundo musical local.
¿Por qué es necesaria la crítica? Para responder, es necesario hacer una pequeña revisión histórica.
La tradición musical zacatecana ha tenido un repunte importante desde la creación de la hoy Unidad Académica de Música de la UAZ en 1982. Sin embargo, todos aquellos anteriores a ella o algunos de los que en estos poco más de veinte años han tenido papeles cuasi fundacionales en el ámbito musical, no han estado exentos de las trampas de una visión autojustificadora.
En Zacatecas, la falta de espacios críticos había hecho imposible señalar cuándo se estaba haciendo un trabajo bajo o falto de calidad. Los músicos, cantantes o agrupaciones con mayor historia no siempre han superado la tentación de hacer cualquier cosa sin justificación musical o profesional.
Hemos visto espectáculos armados al vapor o personas que según sus intereses, hoy son instrumentistas y mañana especialistas en cualquier otra cosa, que puede abarcar desde la dirección hasta la musicología, sin haber pasado jamás por una formación académica adecuada.
Reconocemos que en los estudiantes, estos trastabilleos son parte del aprendizaje. Pero no en los que se llaman a sí mismos profesionales y pretenden vendernos la verdad a puños.
Se han presentado experimentos y funciones que no llegan a satisfacer algunos criterios, y que alguien se los señale es bueno para contrarrestar el peso de los “melómanos”, fanáticos seguidores muchas veces acríticos que nos pueden hacer perder el piso.
Los profesionales más serios deben estar complacidos con la existencia de una crítica adecuada. El acto que la gente reconoce en la crítica artística no sólo debe de ocuparse de lo que no se está haciendo bien o de lo que francamente está mal. También debe saber destacar lo correcto para convertirlo en punto de referencia. La falta de crítica ha hecho pasar desapercibidos altos logros de la música en Zacatecas. Al final de cuentas la crítica es una forma de educación.
Ahora que Trópico de Cáncer llega su final, ¿qué pasará más adelante? Desde el punto de vista de la comunidad musical, estoy seguro que todos agradeceremos que pronto exista otro suplemento cultural, plural, que nos tome en cuenta y que se busque, tanto en él como en las instituciones correspondientes, la profesionalización de la tan necesaria actividad crítica.

* Licenciado en Música especializado en Piano (UAZ), actualmente cursa una maestría en Pedagogía en la UNAM.
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Escritura


Juan Horacio Garibay *


Cuando escribo no pretendo nada, sólo intento escribir.
*
Mi protagonista es la escritura, ella por sí misma tiene sentido.
*
¿Hay algo más bizarro que escribir aforísticamente sobre el escribir?
*
Sin duda el Ulises de Joyce sería la obra más grande de la literatura universal, si no hubiera sido firmada.
*
E-S-C-R-I-B-O
*
Hay libros que necesariamente deben ser firmados por alguien, ejemplo:
La interpretación de los sueños.
*
Al escribir la escritura o al representar la representación se llega siempre
a un lugar vacío.
*
Antes de la escritura: la mancha; después, también.
*
Hay más cosas que decir sobre aquello que da sentido: escritura,
que sobre aquello que no lo tiene: vida.
*
El que mira es mirado por su misma mirada, ¿se puede ser a la vez objeto
de escritura y sujeto de escrituración?
Sí, pero esta autorreferencia arroja a un nuevo abismo.
*
La escritura escribe sobre la palabra: La palabra tiene una condición equívoca,
ya que en ella forma y materia se dan al unísono, por eso cuando Dios
hizo al mundo no lo creó sólo pensando, ni sólo haciéndolo,
sino lo instauró nombrándolo.
*
La palabra habla sobre la escritura: NADA
*
Si la palabra acaba con el silencio la escritura debe instaurarlo.
*
A diferencia de la música que es tiempo o de la pintura que es espacio,
la escritura es instante.
*
Únicamente si la escritura dice algo que sólo a través de ella se puede decir
-tal y como lo cree Schönberg de la música- entonces ella admite lo insondable.
*
A la escritura, como a todo acto creativo, el infinito le acecha.
*
Entre más se escribe, menos se dice.
*
El autor aniquila a la escritura.
*
Una perogrullada: Kafka es escritor.
*
A todos los que están más cerca de la comodidad les resulta, en consecuencia, insoportable la escritura.
*
Lo mismo que sostiene a la escritura sostiene a la vida: la nada.
*
Estos aforismos, para que sean dignos de devoción no deberían de firmarse; es preferible que la escritura se mantenga fuera
de tal presunción y asuma toda voz.
*
Para no hacer de la escritura un autor, hay que evitar el pseudónimo.
*
El palimpsesto se toma en extremo en serio escribir sobre la escritura.
*
Sépase que aquí se escribe sobre la escritura y se escribe sobre la escritura.
*
La escritura hace al autor; el resto poco importa.
*
La distancia entre escribir y matar es casi nula.
*
La escritura empieza antes de la primera grafía y termina mucho después de la última.
*
Es conmovedor extraviarse en la propia escritura.
*
De la escritura siempre se debe escribir.
*
Si la realidad no se acopla a la escritura, peor para ella.
*
Cervantes: novela de la novela; Shakespeare: teatro del teatro; Hölderlin: poesía de la poesía; Elizondo: escritura de la escritura.
*
Evocación a Borges: en la noche DCII de Las mil y una noches se oye -se escribe- monstruosamente la historia de las mil y una noches.
*
Si hombre está en la escritura, Dios está en la hoja en blanco, aunque no hay nada más judaico que pensar que Dios está en la escritura. ¿Por eso mismo feneció?
*
La escritura es camino.
*
¿A dónde va la escritura? Al punto final.


* Filósofo y psicólogo. Docente en ambas disciplinas. Autor del libro Incisiones sobre escisiones.
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Críticos de Arte y Periodismo Cultural

Oliver Eduardo López *

La producción artística en el estado de Zacatecas es amplia y variada. A pesar de todas las carencias posibles que se presenten ante quienes se dedican a las artes, las actividades culturales se llevan acabo; sean o no anunciadas, sean o no apoyadas. Afortunadamente la necesidad del arte hace de las suyas entre los zacatecanos. Ante tal situación, puede pensarse, que si es amplia y variada la producción artística en el estado, es también vasta la parte crítica del arte, no ya de espectadores, que esos siempre estarán conciente e inconscientemente ante la producción artística, sino más bien de críticos, de analistas, de interpretes. La necesidad del arte hace de las suyas, sí, pero de manera incompleta, de manera enfermiza. Hay algo que hace falta y que no depende tanto de los ciudadanos, —que ya han puesto lo suyo— sino de las instancias de poder que dicen ocuparse de que las cosas estén bien y donde deben de estar: la prensa y el gobierno. De lo que se carece es de un periodismo cultural completo.

Para el filósofo Samuel Ramos, el sujeto artístico se presenta en tres niveles, “el creador, el espectador y el interprete o crítico”. (Ramos, Samuel Filosofía de la Vida Artística, Austral, 1964). En la vida artística, es necesaria la presencia de estos tres sujetos que integran el fenómeno del arte. Desgraciadamente me atrevo a decir que carecemos de el tercer sujeto que es el crítico. Naturalmente que el artista y el interprete son también críticos, pero el solamente crítico, siguiendo a Samuel Ramos es aquel que su crítica “sólo alcanza la perfección cuando desempeña una función especializada dentro de la vida artística y adquiere una expresión literaria” (Ramos). Ahora dejemos en claro una cosa, dije arriba que carecemos de este interprete o crítico, bien, pues carecemos de él porque no lo vemos, y no lo vemos porque éste necesita de un espacio para darse a conocer. Entonces, de lo que carecemos no es del todo de los críticos, sino de los espacios en donde los críticos pueden expresar sus ideas. Carecemos en efecto de “los otros críticos”, los que hacen el periodismo cultural.

Estos espacios de alguna manera se han ido saneado en Zacatecas, ejemplo de ello lo tenemos en el suplemento cultural “Trópico de Cáncer” y en el programa de radio “Escenarios”. Sin lugar a dudas se han aprovechado de la vasta producción artística no sólo para comentar lo que sucedió o lo que va a suceder sino para ahondar en el análisis del fenómeno artístico y de las políticas culturales. Desgraciadamente son sólo estos dos espacios en los que encontramos algo de crítica y análisis artísticos. Por cuestión de tiempo y espacio no es posible que lleguen a cubrir todo lo que sucede en el mundo de la cultura; y mucho menos pueden dar cabida a los críticos que pudieran exponer sus interpretaciones.

Parece ser que el periodismo cultural en Zacatecas se reduce a una agenda del gobierno y a una pagina en los diarios en la que se nos cuentan de la peor forma —con el mayor numero posible de faltas de ortografía y errores de redacción, además de los errores acerca de la información obtenida— lo que ya sucedió, y cómo un simple espectador apreció aquel evento. Se trata efectivamente de periodismo cultural, de un periodismo cultural que no existe de manera completa en Zacatecas, lo que tenemos son pésimos comentarios subjetivos. Salvo por el “Trópico de Cáncer” que se ha dedicado a dar espacio a creadores e interpretes; y por “Escenarios” que además de recibir y dar espacio a los artistas difunde y promueve las actividades culturales. Después, no hay nada.

¿Que queremos entonces dar a entender con un periodismo cultural completo?
Se trata de crear espacios, espacios para el creador, en donde se publiquen sus trabajos; no solamente de aquellos creadores con trayectoria, sino también para todos aquellos que se dedican a las artes. Se trata de crear espacios para el crítico de formación, ya sea académica o de otra —no simples reporteros que se atreven a juzgar desde su corazoncito las obras de arte— en donde se discuta y se analice objetiva y racionalmente el fenómeno del arte, con replicas y comentarios. Espacios también para el simple espectador, agendas en las que se incluya el mayor número posible de eventos. Desgraciadamente, las mayoría de las actividades artísticas que he visto en Zacatecas no aparecen en la “Agenda Cultural”. Es necesario también contar con reportajes objetivos, sin juicio alguno, de los acontecimientos culturales, que sólo presenten la información, dejando e invitando el juicio al lector. La única página que dedican algunos diarios de la ciudad es para enjuiciar sin conocimiento, para mostrar un talento inexistente de reporteros culturales o para cumplir con el trabajo del día.
Ante tal situación, es necesario entonces la creación de estos espacios, sobre todo para el análisis, para los críticos. Samuel Ramos afirmaba que los críticos de arte no aparecen en las sociedades con inmadurez de conciencia artística. En Zacatecas es claro que no se trata de una cultura joven e inmadura en conciencia artística, aunque, la ausencia de un periodismo cultural completo nos puede poner a dudar.
Periodismo cultural completo significa que existan los espacios suficientes para los creadores, para los espectadores y para los críticos. Que haya diversidad y variedad con las cuales podamos diferenciar y elegir. Quienes se dedicaran al Periodismo Cultural vendrían a ser los principales críticos de críticos, porque en ellos esta la tarea de difundir y generar opinión a los miembros de la sociedad. De ofrecer diversidad, de fomentar democracia y tolerancia, temas bastante trillados en el mundo de la política estatal y gubernamental, pero que pueden ser saneados y replanteados desde la actividad cultural, o más bien desde las artes.

Aprovecho este espacio para felicitar, por demás merecidamente, al suplemento cultural “Trópico de Cáncer” ahora que celebran su V aniversario. Sin duda han hecho lo posible por sanear esa ausencia de un periodismo cultural completo, esperamos que se originen más espacios como este se para contribuir de manera efectiva en la construcción y funcionamiento de la sociedad en la que somos cómplices. Felicidades.
suceso60@hotmail.com

* Licenciado en Filosofía por la UAZ. Es becario del FECAZ 2004-2005. Actualmente termina la Maestría en Estudios de Filosofía en México.
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No es tiempo de lamentar...

Saúl Alfonso Hurtado Rizo *

Definitivamente el suplemento “Trópico de Cáncer” logró permanencia en lo anímico, sin desechar lo intelectual, lo analítico y lo descriptivo.
Es triste pero, todo llega a su fin.
En esta vida siempre se cumplen ciclos. Tenemos que asimilarlo.
Su calidad, estilo, profundidad, críticas, quejas, y satisfacciones han dejado seguramente sinsabores, pero superados por el grato sabor de boca de haber incursionado junto a Kutzi, en el maravilloso mundo cultural.
Kutzi, lograste -en efecto- un caso de sensibilidad artística. Se incursionó en los campos de la literatura, pintura, dibujo, fotografía, música y resulta patente que muchos de los trabajos publicados permanecerán en el tiempo y el espacio.
También es cierto que existe una sarta de frívolos que no entienden los proyectos culturales y, mucho menos, en difundirlos. A eso te enfrentaste y saliste bien librada.
No es tiempo de lamentarnos de que varios proyectos se quedan en el limbo, pero gracias a tu tesón, lograste no sólo que “Trópico de Cáncer” fuera el único suplemento cultural zacatecano en algunos años, sino que impulsaste ediciones de libros en los que jóvenes pudieron expresar sus ideas.
No lo dudo. Tu esfuerzo en el impulso a la cultura no queda aquí. Esto no es un adiós sino...un hasta luego...Gracias...

* Dibujante, músico y periodista, sustentó durante varios años la sección “Humores causa” de este suplemento cultural.
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A vulgar display of power

Mauricio Moncada León *


Entonces me doy cuenta del asedio. Creí haber traído un libro de aventuras bajo el brazo, en su lugar sólo encontré un blues de mi recuerdo. Qué triste es la vida de quien vive la ajena, porque primero fui el personaje de mi nacimiento, no tan desventurado como el de Tristram, pero igual de lento, cansado, y yo, triste bufón de escritura, no podría narrarlo. Mi infancia fue turbulenta, me enseñaron a leer y escribir, aunque jamás a callar la imaginación. Será por ello que de pronto, en medio de una charla cualquiera, invento un suplicio, a lo mejor no tan chino, para impresionar a quien me escucha. Me doy cuenta del asedio, entonces.
Veo correr la gracia del crepúsculo entre mis dedos, la medida: insolación de una botella. Apuro el último sorbo a la imagen de la mujer sentada casi frente a mí, escote triangular, falda muy corta, piernas muy separadas, bragas completamente ausentes. Asedio. Salgo del bar sosteniendo mi bastón, demasiado tarde para regresar al baño, mejor lo sostengo con fuerza para evitar que brote el cambio de color de mis pantalones caqui. Buenas noches, ahí va el embustero de los domingos, me pregunto ¿irá a gastarse el dinero con Petra? ¿Por qué crees que soy viejo o que rengueo? Dije bastón con tono metafórico, a lo mejor hasta alegórico porque sostiene no mi cuerpo sino mi economía. Un auto rojo, solitario y casi escondido se convierte en mingitorio. No escucho pasos, espera, no intento decir que sufro paranoia esquizofrénica, de pronto un aliento me entibia el oído y una mano enguantada me dirige el chorro. ¿Te ayudo? Ah, sí, claro. Es la mujer de bragas ausentes. Pienso que ya tengo cliente para esta noche.
Cuán equivocado estaba, maldita imaginación, la mujer me hizo lavar el auto mientras describía la noche lujuriosa que le esperaba al marido. Pobre hombre, a esta hora deberá tener el pito rojo y flácido sin intención de volver a levantarse, por lo menos en doce horas. Me alegro de ser sólo un lavacoches para las ninfómanas pervertidas. Perdón, oficial, no he matado a nadie, ¿mis huellas en el auto?, pero qué mal argumento, no podrían tener los resultados en dos horas. Ya habrán hecho la autopsia, si el muerto es un hombre lo habrán encontrado casi despellejado del miembro; si por el contrario es mujer, estará repleta de semen. ¿Bromeas?, hablamos de un perro. Buen chiste, y cómo murió. Intoxicado, le inyectaron heroína de mala calidad, antes de morir dijo: fue un hombre con un bastón. Y como el jefe de policía es un gran lector y en algún lado leyó de un hombre que salía del bar sosteniendo un bastón, y una mujer ha atestiguado en su contra porque leyó lo mismo que el jefe y lo vio en el bar, después lo vio lavando un auto. Entonces, como soy un detective profesional, uní los cabos sueltos: un hombre de bastón asesinó al perro, quien antes de morir lo declaró, la mujer lo vio en el bar, usted dijo haber salido de éste sosteniendo su bastón, la misma mujer lo vio lavando el carro, por lo tanto usted es el asesino; sus huellas estarán impresas en el vehículo, que aún lo buscan para tomar la muestra y hacer las pruebas. Mientras nos adelantamos en la investigación, lo detenemos, usted ha declarado y al final del cuento estará tras las rejas. No tiene sentido. ¿No? Este cuento no es policíaco. Si el jefe leyera más aprisa se daría cuenta de que es pornográfico, por lo tanto ustedes nada tienen que hacer aquí. En ese caso, nos retiramos, pero piense que un pobre perro ha muerto y espera se haga justicia.
Me doy cuenta, por vez tercera, del asedio. Mi vida es ajena. Iré a donde Petra, seguro tiene alguna cliente para mí. Procuraré no toparme con personajes de cuentos policíacos para que no se equivoquen de historia, y a los perros no les ofreceré ni un cigarrillo, quizá ni la hora porque no pretendo matarlos de aburrimiento. ¿También te aburres? Espera, es por eso que busco a Petra, y después la acción. La calle está iluminada a medias, un farol sí y otro no. Luz blanca, qué imagen tan más fría. No recuerdo ningún aserradero por aquí, el ruido pudiera ser de una pulidora. Ya recuerdo, remodelan el “salón para gatos”, pequeño tabaret ideado para viejos trasnochados en busca de pelea y un revolcón gratuito. Media luz fría que se queja rrrrrrnnnnnnnrrrrnnnn. Doblo a la derecha en una esquina para entrar por la puerta trasera a la cobacha de Petra. No, no es metáfora, a ella no le entraría ni a golpes, es una mujer grande, obesa y con más pelo que un ogro. Jamás fue medianamente bella, te lo aseguro. Ya supe de tu aventura con los polis. Sí, un mal entendido de lectura errante. Ya lo creo, deberían tomar todos los jodidos personajes un curso de semiótica o hermenéutica. Otra vez tus terminajos castrantes. No es culpa mía sino de ese pendejo que escribe que necesita demostrar que ha aprendido palabrejas raras, mejor debería escribir con un diccionario de sinónimos para quitarle lo parco y directo a sus narraciones. Entonces dices que ha escrito más aparte de esto. Si a eso puedes llamarle escribir, entonces valdría más un recetario de cocina. ¿También entra en la rama literaria? Olvídate de la literatura y sus autores, ten esta dirección y menea bien las caderas, se trata de una amiga. Gracias, Petra. Tomo un taxi y le indico la calle. El chofer pregunta si habrá sexo en este cuento, porque si no va a dejar de leerlo. Le respondo que sí, por eso voy a visitar a la dama. Dale unas mamadas de mi parte, si está buena, me dice.
Abre una mujer hermosa, enguantada en camisón transparente. Apenas la veo y se me pone dura. Espero no sea amor. Me guía a los cuartos superiores, se sienta en un sofá y llama a su criada, buen hueso para roer antes de tragar la carne. ¿Sabes algo, putete de quinta?, éste sí es cuento policíaco. Me brinca encima la sirvienta y se clava en mi palo, me apunta con un arma en la sien. Entonces me doy cuenta del asedio.

* Narrador y ensayista, especializado en el tema del erotismo, es licenciado en Letras por la UAZ. Actualmente se desempeña como docente.
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Oh, Kutzi
Efraín Gutiérrez De la Isla*

La recuerdo, Kutzi,
en el Centro Cultural de Zacatecas
cuando era usted una tierna adolescente.
Desde la vidriera de mi oficina la observaba.
Seguramente transitaba -usted-
los talleres de apreciación artística,
explorándolos.


Trópico de Cáncer fue una oportunidad de ser lectura, de hacer lectura. Su editora, Kutzi Hernández Galván, fue conmigo un halago inmerecido de todo el tiempo. Recibía mis textos y la mayoría de ellos los leí publicados. Kutzi, eso no tiene precio, tenga la bondad de recibir mi gratitud más sentida.
La experiencia dominical de leer -religiosamente- durante cinco años Trópico de Cáncer, se convirtió en un acto privado, necesario, cercano. La sobremesa familiar, con una taza de café caliente, nos encontraba con Trópico de Cáncer en las manos. Usualmente nuestro regocijo era tan dichoso (¡leerse en suplemento literario es un hecho cautivador!) que comprábamos dos o tres ejemplares para otorgarlos a los conocidos. La alegría de los simples llega a estos niveles de ebriedad: Kutzi me publicaba generosa, incluyente, pródiga. Bertha Patricia la adora, yo también.
De Misa de Doce regresaba a casa, acompañado de mi mujer, con la papeleta parroquial y El Sol de Zacatecas bajo el sobaco. Eventualmente después de las seis se nos dificultaba encontrar un ejemplar del periódico. Me aguantaba hasta el lunes, cuando mi hijo me lo traía del edificio de Quebradilla.
Cuando hay razones poderosas para mirar el texto, para deletrearlo. Cuando una fuente de origen íntimo arrastra esas búsquedas resignificadoras desde la palabra escrita, se ocasiona la existencia de la lectura. Verme publicado en Trópico de Cáncer motivó releerme. Leer el suplemento ocasionó careos sistemáticos con las palabras escritas por los demás. Mi gusto se hizo plagiario a apropósito de los usos de los otros. Aprendizajes, crecimiento e intercambios se tomaron de la mano, me tomaron de la mano. En cada hojeada una lectura, que era diferente a la anterior, me permitía obtener maduración y severidad personal en el tratamiento de la palabra escrita leída.
El hecho lector es un hallazgo de satisfacciones. Búsqueda y hallazgo son las dos caras de la moneda. Lectura es, ante todo, emancipación y autonomía. Se elige qué leer desde el interés personal, desde una libertad alfabetizada, desde un manifiesto de defensas particulares.
Se da la lectura porque se necesita obtener el sentido del entorno cercano, de ese sentido y ese entorno nuestros de cada día. Tanto ese sentido como ese entorno son privativos. Lo privativo, que es lo local, es fuerza poderosa de identidad y de pertenencia; sin éstas, el ser humano, ser cultural por excelencia, parece desarticulado. Hay una urgencia personal por lograr esos saberes identificatorios. No es un acto gratuito. Tiempo de concentración, esfuerzos adicionales y relecturas son requerimientos substanciales para incorporarse en el escenario significativo del texto.
Entender a la lectura en el contexto de la escritura y a ésta como inalterable aliada durante el proceso decodificador, es simple y llanamente un acto provocador de lecturas. Situacionarlas, determinarlas, asumirlas, establecerlas en el escenario doméstico son recurso y proceso muy propio de los lectores usuales.
Desde este enfoque animista no tengo la menor duda -para que exista- la lectura necesita ser doméstica. Las emociones son hechos domésticos y, además de eso, son importantes para nuestro desarrollo humano.
Todos los días soy un analfabeto irredento que se pelea jadeante con las palabras, buscándolas, transgrediéndolas, con el fin de ascender a la hermenéutica deseable. Me contento -ante esas curiosas exigencias mías a favor de la apropiación generalizada de significados que padezco- cuando leo en Juan García Ponce que ninguna lectura es igual. Sigo, no obstante, en pie de lucha y de reclamos.
Buscar palabras para interpretar palabras con el fin de lograr identificarme con mi mundo, con mi realidad, conmigo mismo es, sin lugar a dudas, uno de mis mayores desafíos ante la polisemia textual.
Parecen éstas una retahíla de sugerencias pedagógicas a favor de la lectura. Sí las son; falta ahora didactizarlas; pero ése ya es embrollo -con su propio destino- que se establecerá en cada contexto y por sus propios actores. La docencia -al menos en educación básica- necesita inferir que la lectura es un acto social y que la historia personal de los alumnos favorece hondamente la realización de prácticas lectoras si éstas se desarrollan en los ambientes de los propios alumnos. El sometimiento a la lectura desde la violencia y desde la exigencia estéril con el fin de “aprobar” el grado, con textos ajenos y obligatorios, textos que no escribió el alumno, textos que no forman parte de su epidermis, y peor aún con dietas desiluminadoras de tareas escolares que exigen entregas caudalosas de fichas de resumen para el lunes obstruye, distancia, impide que la lectura sea un bien patrimonial personal que lo acompañe toda su vida. La lectura necesita comenzar también desde las propias escrituras de los niños. Su producción es profundamente motivadora para releerla y para buscar otras lecturas afines hechas por sus iguales, por sus contemporáneos y en sus propios universos de acción.
Trópico de Cáncer me ocasionó estas vivencias de pertenencia. Cuando leo, lo que lea, pienso -invariablemente- en el aula. Ser objeto de lectura y ser lector hace falta en la escuela básica. Mi experiencia voraz de adulto lector con Trópico de Cáncer la traslado, entonces, al risueño patio escolar: Crear en la escuela situaciones de escritura para que la escritura de los alumnos sea objeto de lectura que compartan todos publicación en mano, es importante. ¿Qué tanto las escuelas producen textos? ¿Hay publicaciones de los alumnos que vayan de mano en mano en los pasillos escolares? ¿En qué grado de frecuencia nuestros alumnos leen? ¿Qué tanto conocen, nuestros maestros, los libros de la Biblioteca de Aula? Cierto, tengo en mi mesa de trabajo un par de publicaciones escolares con trabajos que publican los alumnos, en nuestra entidad, no obstante, hay muchas escuelas de educación básica.
Naturalmente que nuestros alumnos necesitan verse publicados para tener razones suficientes que los involucren en prácticas de lectura permanente: Leerse leyendo a los demás, leerse para luego optar por lecturas otorgadas por la Biblioteca Escolar o de su Aula. Leerse, como principio categórico de arraigo en los procesos de lectura siempre impredecibles, fantásticos, retadores. Leerse para quedarse en el libro abierto, en el libro perpetuo de los hechos de lectura cotidiana.
Aprendí, de Trópico de Cáncer, su capacidad de escucha, su vocación de puertas abiertas, su derroche afectivo, sus posibilidades para la inclusión. Ahora que nos enteramos que cierra su ciclo de vida, los domingos, después de Misa de Doce, tengan la seguridad de que voy a extrañar a mi Trópico de Cáncer como espacio de aprendizajes literarios y como ícono de gentil amistad.
Pero no es verdad que se ha ido, porque no se ha ido. Está a la mano. Hoy está con nosotros. Trópico de Cáncer es una oportunidad de ser lectura, de hacer lectura.

* Poeta, profesor rural, director de una escuela en San Andrés del Teúl, ha coordinado talleres literarios y salas de lectura.
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El Mandala

Caamaño Carbajal *


Cada mandala es lo uno y lo vario,
la unidad que forja la diversidad,
tal como la diversidad esconde la unidad.


El ser humano, desde la antigüedad, busca dar sentido a la vida en sí misma, encontrando ciclos como los del Sol y las estrellas. Los ciclos son círculos que en ocasiones se repiten, y a veces sólo realizan un giro de 360 grados.
La palabra ciclo proviene del latín ciclus, que significa círculo.
En este momento, un ciclo diario se inicia y finaliza al mismo tiempo: el sol está saliendo y se está ocultando en algún sitio del planeta Tierra. Al mismo tiempo, otro ciclo ocurre mientras inhalamos y exhalamos.
Desde ritmos biológicos hasta rituales anuales y celebraciones culturales, nuestras vidas reflejan una fusión de ciclos que se sobreponen unos a otros. Nuestras vidas se mueven en un complejo entramado de patrones cíclicos, que se sobreponen unos a otros, y que están entretejidos para crear el tapiz de la vida.
A lo largo de nuestra historia, los seres humanos hemos empleado el mandala en prácticas espirituales y como piezas de arte ritual, también como herramienta visual y esquemática, un patrón esencial para organizar la información.
La palabra mandala proviene del sánscrito, en una traducción literal significa círculo, aunque también es entendida como lo que contiene la esencia o la esfera de la esencia.
Para los budistas tibetanos: el mandala representa una matriz o un modelo de un universo perfecto. Para ellos, el mandala, representa la integridad, la totalidad, un diagrama cósmico que nos reúne con el infinito.
La Vía Láctea es un mandala, así como nuestro planeta, las células o nuestro propio cuerpo. Todos estos elementos son mandalas que forman parte de mandalas mayores.
Nuestra existencia está rodeada de mandalas, los vemos en el círculo formado por los pétalos de las flores o los anillos de los árboles; en una telaraña; en la imagen del sol que emana rayos de luz, etc.
Nosotros también los creamos: colocamos fotografías o postales, etc., en una pared dando forma a un mapa de sentimientos y recuerdos; presentamos los alimentos de tal manera que entren por los ojos y ordenamos los estantes de tal manera que podamos sentirnos cómodos.
Aunque en muchas ocasiones no seamos conscientes de ello, las formas y los efectos de los mandalas se encuentran en nuestro subconsciente colectivo.
Desde la primera imagen que el hombre grabó sobre una roca, los antiguos círculos de piedra, hasta las expresiones de espiritualidad y equilibrio en el arte, los seres humanos creamos mandalas.
Los pueblos prehistóricos erigieron círculos de piedra, los cuales ayudaron a trazar mapas de la bóveda celeste y poder navegar; para crear calendarios solares y lunares que les ayudaran a marcar los ciclos agrícolas y sagrados, para honrar a sus dioses y comunicarse con ellos.
Cuando los seres humanos nos reunimos, bailamos en círculo y sostenemos nuestras manos en círculos de rezos para simbolizar la energía que aportamos a un pensamiento o plegaria común. Con los rezos, las canciones que se cantan en rondas, los bailes en círculo, experimentamos cómo el movimiento rítmico tranquiliza el alma.
En los momentos en que estamos solos, entramos a nuestros círculos personales, para experimentar la conexión con la fuerza del universo. Movernos en círculo nos lleva al centro de nuestra experiencia física: el latido del corazón haciendo circular la sangre a través de nuestro cuerpo.
En 1928, el psicoanalista Carl Gustav Jung (1875-1961) introdujo la noción del mandala al mundo occidental, descubrió que el mandala es una herramienta para el crecimiento y la transformación personal que ofrece tranquilidad y sosiego tanto a los psíquicamente sanos como a los enfermos.
Jung creía que los mandalas que se creaban espontáneamente en los sueños o durante la vigilia eran intentos inconscientes de curar uno mismo su propio ser interior, de imponer orden en la psique propia.
Desde un punto de vista psicológico, el mandala se definiría como la estructura de un determinado comportamiento de nuestra conciencia colectiva. Esto se manifiesta de manera clara cuando nuestra conciencia individual permanece en un estado de semivigilia.
Son reconocidos los efectos terapéuticos de los mandalas, tanto para los niños como para los adultos. A través de la elaboración o contemplación de los mandalas es posible reunir las fuerzas dispersas de la mente y el alma.
Creados como murales o como pequeños cuadros, los mandalas pueden ser pintados o elaborados sobre cualquier superficie.
Geométricamente, el mandala surge del círculo, del cuadrado o del triángulo, como figuras planas elementales que se mezclan, unen y fusionan para crear ciertos efectos visuales.
Son mandalas esos dibujos abstractos o garabatos que realizamos inconscientemente en una hoja de papel mientras estamos ensimismados o aburridos. Estos dibujos intentan compensar nuestra dispersión mental y ordenar en ese preciso momento nuestra existencia.
Si analizamos esos dibujos comprobaremos que la mayoría de ellos están trazados a partir de figuras geométricas simples (en general, cuadrado, círculo o espiral), imágenes ancestrales que se encuentran arraigadas en la psique de todos los seres humanos.


* Docente y periodista cultural, es autor del libro Vampiro Esencial, publicado por entregas en este suplemento.
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Epílogo

Kutzi Hernández Galván

El suplemento cultural Trópico de Cáncer es manifestación de una nueva época en El Sol de Zacatecas, a cargo de su actual director, Gerardo De Ávila González desde marzo del año 2000 hasta la fecha. Ejercimos la coordinación del suplemento con una absoluta libertad de expresión y de acción. Cuando pusimos a consideración la idea de emprender el Premio Trópico de Cáncer a la Creatividad Literaria, la respuesta fue de apoyo por parte del director, apertura que más tarde encontraríamos nuevamente ante la propuesta de editar las antologías derivadas del certamen citado en sus tres ediciones.
Vale también reiterar nuestro agradecimiento a las instituciones que apoyaron el esfuerzo de El Sol de Zacatecas a través del concurso literario, comenzando por el Tribunal Superior de Justicia del Estado, instancia que ha solventado el costo de las tres antologías; el Instituto Zacatecano de Cultura, la Secretaría de Turismo, la Secretaría de Educación y Cultura, el Instituto Zacatecano de Educación para los Adultos, la Coordinación de Comunicación Social y el Ayuntamiento de Zacatecas.
En 2001, 2002 y 2003, años en que fue lanzado el premio, procesamos los cerca de 500 cuentos recibidos, de modo que ninguno quedara fuera de la posibilidad de ser calificado por el jurado. La coordinación de este suplemento jamás intervino en decisión alguna tomada por el jurado, relacionada con los textos participantes. Por otra parte, en una búsqueda por dar mayor formalidad profesional a dicho certamen, desde la segunda edición del mismo, a los miembros del jurado calificador les fue retribuido su esfuerzo mediante el pago de sus honorarios.
Podemos afirmar, con gran orgullo profesional, que llegamos a publicar textos aún de quienes en su momento nos negaron espacio en otras publicaciones. También podemos decir que jamás se le negó el espacio a texto alguno que no contara con dos características básicas: calidad y oportunidad. Nuestra única limitante fue el espacio, y a veces, el tiempo. Jamás hemos emulado el recelo de quienes procuran publicar sólo a amigos o escritores foráneos, es decir, autores que no representan amenaza alguna para quienes ven rivales hasta en sus propios aliados.
Gracias a todos los que creyeron en Trópico de Cáncer. Nosotros pusimos la iniciativa, pero el resultado ha sido un verdadero proyecto colectivo. Gracias a nuestros amigos por su aliento y su lealtad. Si bien este es un número especial de despedida, contiene también textos sobre temas varios. De antemano, pedimos una disculpa al lector; sabemos que el presente número reboza de textos que, acaso de manera inmerecida, celebran nuestra labor. No fue esa nuestra intención. A varios de ellos les solicitamos una colaboración sobre Trópico de Cáncer, o sobre el aniversario, o sobre los suplementos o sobre periodismo cultural. El resultado ha sido el que tiene usted en sus manos.
Gracias a todos por su solidaridad, gracias al ingeniero Gerardo De Ávila por su paciencia; es un orgullo haber pertenecido a El Sol de Zacatecas estos siete años, cinco de ellos en el suplemento cultural; gracias a nuestros compañeros por su apoyo y su alegría.